Un miembro de la Auditoría Interna de la Caja de Ahorros Peninsular de Madrid es asesinado por un sicario, que le dispara en un lugar solitario con pistola con silenciador. Le roba el ordenador portátil, la tablet, y el smartphone, y no coge la cartera en la que lleva dinero y tarjetas de crédito. Se sospecha por tanto que alguien de la Caja ha encargado asesinarle para cerrarle la boca definitivamente.
Puesto que la Caja tiene en su Consejo de Administración personas influyentes en el Partido del Gobierno y en el Gobierno, el Ministro del Interior encarga la investigación del asesinato en forma que no sea utilizado como munición política por la Oposición, siempre deseosa de explotar este tipo de asuntos.
El Comisario Suárez es encargado del caso, con indicación de que lo investigue personalmente y en forma confidencial. El Comisario comprueba que el sicario fue eficiente y no dejó pruebas. Y cuando quiere empezar a interrogar a los altos cargos de la Caja, se encuentra con que su Jefe, por indicación de sus superiores políticos, se lo prohíbe.
Aparece Soler, el suegro del asesinado, que es un famoso Abogado Mercantilista Penalista. Que quiere esclarecer el asesinato de su yerno. El Comisario habla con él pero no obtiene nada útil. Ambos suponen que el Auditor ha sacado copia, en alguna memoria electrónica, de todo lo que contenían los aparatos que le robaron. El Abogado desconoce si existe, pero toma la decisión de buscarla a fondo.
Susana, la prometida del Comisario, es una experta Abogada Mercantilista, que trabaja en un bufete importante, y que conoce muy bien cómo se cometen la mayoría de las estafas. Le explica al Comisario cómo cree más probable que hayan estafado a la Caja los 3.100 millones de euros que parece que el Auditor descubrió.
El Abogado Soler, al ver que la Policía realmente no está investigando por la vía que seguramente llevaría a la detención de los que ordenaron asesinar a su yerno y estafaron a la Caja, decide actuar por su cuenta. Al hacerlo, los culpables se sienten amenazados. Y un día, cuando iba a repostar en una estación de servicio, Soler recibe los 17 tiros del cargador de una pistola marca Glock, que afortunadamente no atraviesan el cristal blindado del coche.
Desde ahí se aceleran los acontecimientos, el Comisario puede ir aclarando hechos, y su investigación está cerca de poder probar todos los delitos cometidos y detener a los culpables. Pero no cuenta con que trata con gente muy poderosa que se lo va a poner muy difícil.
Puesto que la Caja tiene en su Consejo de Administración personas influyentes en el Partido del Gobierno y en el Gobierno, el Ministro del Interior encarga la investigación del asesinato en forma que no sea utilizado como munición política por la Oposición, siempre deseosa de explotar este tipo de asuntos.
El Comisario Suárez es encargado del caso, con indicación de que lo investigue personalmente y en forma confidencial. El Comisario comprueba que el sicario fue eficiente y no dejó pruebas. Y cuando quiere empezar a interrogar a los altos cargos de la Caja, se encuentra con que su Jefe, por indicación de sus superiores políticos, se lo prohíbe.
Aparece Soler, el suegro del asesinado, que es un famoso Abogado Mercantilista Penalista. Que quiere esclarecer el asesinato de su yerno. El Comisario habla con él pero no obtiene nada útil. Ambos suponen que el Auditor ha sacado copia, en alguna memoria electrónica, de todo lo que contenían los aparatos que le robaron. El Abogado desconoce si existe, pero toma la decisión de buscarla a fondo.
Susana, la prometida del Comisario, es una experta Abogada Mercantilista, que trabaja en un bufete importante, y que conoce muy bien cómo se cometen la mayoría de las estafas. Le explica al Comisario cómo cree más probable que hayan estafado a la Caja los 3.100 millones de euros que parece que el Auditor descubrió.
El Abogado Soler, al ver que la Policía realmente no está investigando por la vía que seguramente llevaría a la detención de los que ordenaron asesinar a su yerno y estafaron a la Caja, decide actuar por su cuenta. Al hacerlo, los culpables se sienten amenazados. Y un día, cuando iba a repostar en una estación de servicio, Soler recibe los 17 tiros del cargador de una pistola marca Glock, que afortunadamente no atraviesan el cristal blindado del coche.
Desde ahí se aceleran los acontecimientos, el Comisario puede ir aclarando hechos, y su investigación está cerca de poder probar todos los delitos cometidos y detener a los culpables. Pero no cuenta con que trata con gente muy poderosa que se lo va a poner muy difícil.