Se me aceleró el pulso ante la idea de que me había visto moverme inquieta. Era mucho más observador que el hombre promedio, y clavó los ojos en los míos de un modo que me hizo sentir nerviosa.
Un hombre más joven dio un paso hacia adelante, me tomó la mano con la suya y se la llevó a la boca para presionar los labios contra mis nudillos. Me sonrió; sus ojos azules traslucían una calidez genuina. No pude evitar devolverle el gesto amable.
—Es un placer conocerla, señorita Madison. Soy Dane Everett —me saludó sin soltarme la mano. Dane era igual de alto que Jake, pero su pelo rubio dorado era mucho más claro. Su figura atlética y bronceada haría que cualquier mujer se desmayara.
Una inesperada liberación de la tensión me relajó los hombros. No era tan guapo ni tan encantador como Jake, pero era tranquilo y amable.
—Encantada de conocerle, señor Everett.
Me miró fijamente a la boca y después volvió a mirarme a los ojos.
—Bueno, ¿qué hace una maravilla como usted con Jake?
Intenté buscar una respuesta. Sólo estaba bromeando, pero cuando sentí que Jake me apretaba la mano con fuerza, no estuve segura de cómo lidiar con el coqueteo directo de Dane. Me aclaré la garganta.
—Esto… eh…
—Déjala en paz, Everett —gruñó Jake. Estaba totalmente rígido detrás de mí y parecía a punto de hacer pedazos a Dane con sus propias manos.
—Sólo estamos hablando. —La mandíbula cincelada de Dane se tensó antes de que sus labios formaran una mueca infantil—. Relájate.
Esta novela corta romántica es perfecta para lectores de J.S. Scott y Cincuenta sombras de Grey. Sólo para adultos. Hay 12 libros en la serie.
Serie Contrato con un multimillonario: LIBRO 4
Sobre la autora
Janica escribe historias de amor picantes sobre hombres seductores y las atrevidas mujeres que se enamoran de ellos. Comenzó escribiendo historias con final feliz cuando era adolescente, pero recientemente ha empezado a incluir un toque picante en sus relatos y a publicarlos en Internet.
Está casada con un hombre que afirma ser multimillonario por derecho propio, pero que se niega a contratar a alguien que le ayude en la cocina. Ambos son unos yonkis digitales y trabajan todo el día codo con codo en un gran escritorio. Eh, pero mientras haya un cuenco con alubias de gominola entre ellos, todo va bien.
Viven en Las Vegas con un perro pomerania que se comporta como un gato.
Le encanta tener noticias de sus lectores.