Se me aceleró el pulso ante la idea de que me había visto moverme inquieta. Era mucho más observador que el hombre promedio, y clavó los ojos en los míos de un modo que me hizo sentir nerviosa.
Cada uno de mis pensamientos volvía a mi padre. Probablemente me golpease las orejas con sus palmas secas si llegaba a enterarse de que estaba considerando la propuesta de Jake. ¿Estaba siendo demasiado egoísta al no dejar aquel trabajo? ¿De dónde sacaría el dinero para pagar las facturas? De algún sitio. De cualquiera que no tuviera el nombre de Jake Sutherland escrito en él. Encontraría un trabajo decente y ganaría un salario mínimo si tenía que hacerlo. ¿Pero y si la condición de mi padre empeoraba? ¿Qué haría entonces para mantenerle vivo?
—Me gustaría que lo pensases. Dame una respuesta mañana.
Le dirigí una sonrisa tensa antes de negar con la cabeza.
—No, gracias. Tengo que acudir a otro sitio, señor Sutherland. Que pase un buen día y espero que encuentre a la persona adecuada para sus gustos. —Me levanté de la silla por última vez, decidida a irme de una vez por todas. Me iría andando si era necesario.
—Maldita sea, Chloe, c*ge el dinero. Tu padre está enfermo —soltó Jake.
Me quedé inmóvil mientras el corazón me martilleaba en el pecho. No había razón para preguntarle cómo había sabido lo de mi padre; aquel hombre era un multimillonario. Podía tener lo que fuera que quisiera cuando quisiera, todo al alcance de la mano. Pero no mi corazón. Eso jamás lo tendría.
Esta novela corta romántica es perfecta para lectores de J.S. Scott y Cincuenta sombras de Grey. Sólo para adultos. Hay 12 libros en la serie.
Serie Contrato con un multimillonario: LIBRO 3
Sobre la autora
Janica escribe historias de amor picantes sobre hombres seductores y las atrevidas mujeres que se enamoran de ellos. Comenzó escribiendo historias con final feliz cuando era adolescente, pero recientemente ha empezado a incluir un toque picante en sus relatos y a publicarlos en Internet.
Está casada con un hombre que afirma ser multimillonario por derecho propio, pero que se niega a contratar a alguien que le ayude en la cocina. Ambos son unos yonkis digitales y trabajan todo el día codo con codo en un gran escritorio. Eh, pero mientras haya un cuenco con alubias de gominola entre ellos, todo va bien.
Viven en Las Vegas con un perro pomerania que se comporta como un gato.
Le encanta tener noticias de sus lectores.