Las fantasías sexuales de las mujeres que dejaron de soñar con ser princesas
Cuando las mujeres dejamos de soñar con ser princesas, cuando ya no nos conformamos con los cuentos que hasta entonces nos han contado, empezamos a imaginar otros cuentos, más nuestros, más íntimos, a solas con nuestros deseos. Sin prejuicios, con dos tacones.
En estas páginas sinceras y por momentos muy atrevidas, la periodista Celia Blanco ha reunido las historias que le han confesado, con todo lujo de detalles, mujeres de a pie, entre 18 y 75 años, que buscan gozar y disfrutar de sus encuentros sexuales. Orgías veraniegas, sexo con un desconocido en el vagón de un tren, amantes que solo miran, princesas que se dejan atar y desayunos clandestinos con chicos más jóvenes son solo algunos de los momentos de este libro dedicado enteramente al placer.
Fantasías sexuales de todos los colores, para todos los gustos, que nos muestran lo que son capaces de imaginar las mujeres sobre el sexo cuando no tienen que rendir cuentas a nadie.
• Cuando la princesa somete a sus vasallos
• El novio de la hija de la vecina del quinto
• Apartamento 316
• Mantequilla, mermelada y sal
• Dos y dos, cuatro
• Cuando la princesa no quiere dar órdenes
LA AUTORA
Me llamo Celia Blanco y, aunque no lo crean, hubo un tiempo en el que decir mi nombre levantaba muchas expectativas. Aunque solo fuera para hacer una reserva en un restaurante.
Me fascina el sexo, pero jamás fui actriz porno. Mi nombre apareció en mayúsculas y luces de neón en todos los festivales eróticos del país. Tuve la suerte de que una gran actriz del género eligiera ser mi homónima para sus actuaciones estelares. A mí me dio por el periodismo en vez de por el artisteo.
El 1 de julio de 2013 se cumplieron veinte años de la primera vez que pisé un plató de televisión. Eso dicho así, cuando menos, asusta. He pasado por TVE, Antena 3, Telecinco, Telemadrid y La Sexta. Y si Cuatro y Canal Plus se han resistido, espero que entren en razones y me hagan hueco cualquier día de estos. Así me gano la vida: haciendo televisión. Soy una más. Una de esas que, cuando la gente la ve por la calle, les suena pero no saben de qué. Normal, llevo años colándome en sus salones y contándoles la actualidad del día. Me encanta ser algo así como «la vecina del descansillo».
Pues esta vez la vecina ha sido un poco cotilla y ha descubierto qué imaginan y con qué se recrean las mujeres cuando están a solas. Lean y disfruten: todas las historias de este, mi primer libro, las han creado ustedes. Yo, como periodista, solo les he dado forma.