"Soy ateo, gracias a Rius", versa un no tan antiguo adagio atribuido al propio autor de este original libro, en el cual, no contento con arremeter contra los argumentos bíblicos a base de coco y humor (La Biblia, esa linda tontería), también se le ocurrió pedirle perdón a uno de los grandes artistas gráficos de todos los tiempos, Gustave Doré, y colarse al interior mismo de los grabados con que éste ilustró los pasajes bíblicos más importantes; una vez adentro, les hizo ciertas modificaciones jocosas, o francamente satíricas, usando para ello la técnica del collage.
El resultado, hilarante y artístico al mismo tiempo, puede admirarse en estas páginas magistrales. He aquí una exhibición digna del mejor museo, para deleite de comecuras y ateos recalcitrantes, o para irritación de fundamentalistas trasnochados, clérigos vociferantes y ratoncitos de sacristía.
El resultado, hilarante y artístico al mismo tiempo, puede admirarse en estas páginas magistrales. He aquí una exhibición digna del mejor museo, para deleite de comecuras y ateos recalcitrantes, o para irritación de fundamentalistas trasnochados, clérigos vociferantes y ratoncitos de sacristía.