Las invasiones inglesas de 1806 y 1807 forman parte de la identidad histórica argentina.
Disconformes con la derrota de 1806, los británicos volvieron al Río de la Plata y tomaron Montevideo. Buenos Aires -todavía envalentonada por el triunfo que había obtenido unos meses atrás- observaba con asombro y cautela lo que ocurría en la ciudad vecina, se preparaba para recibir un nuevo ataque y nombraba como Virrey a don Santiago de Liniers, que no sería capaz de contener la avanzada de las tropas enemigas.
La defensa de la ciudad fue obra de sus propios habitantes: hombres y mujeres de todas las edades que lucharon palmo a palmo, casa por casa y calle por calle para repeler a los ingleses.
Gabriela Margall, en esta edición con nuevas escenas, recrea con precisión y maestría la formación de la identidad de un pueblo en la piel de una mujer que -en una sociedad en la que las mujeres podían ser madres, esposas, hijas, hermanas, viudas, monjas, solteronas o nada- se atrevió a defender su ciudad, sus sentimientos y sus ideales.
Disconformes con la derrota de 1806, los británicos volvieron al Río de la Plata y tomaron Montevideo. Buenos Aires -todavía envalentonada por el triunfo que había obtenido unos meses atrás- observaba con asombro y cautela lo que ocurría en la ciudad vecina, se preparaba para recibir un nuevo ataque y nombraba como Virrey a don Santiago de Liniers, que no sería capaz de contener la avanzada de las tropas enemigas.
La defensa de la ciudad fue obra de sus propios habitantes: hombres y mujeres de todas las edades que lucharon palmo a palmo, casa por casa y calle por calle para repeler a los ingleses.
Gabriela Margall, en esta edición con nuevas escenas, recrea con precisión y maestría la formación de la identidad de un pueblo en la piel de una mujer que -en una sociedad en la que las mujeres podían ser madres, esposas, hijas, hermanas, viudas, monjas, solteronas o nada- se atrevió a defender su ciudad, sus sentimientos y sus ideales.