Si el lector ha vivido en uno de estos viejos edificios, comprobará que, aunque la trama es ficticia, los personajes no están alejados de la realidad. ¿Conoce usted a alguno de ellos?
“Su prima se levantó la falda, y quitó las bragas. Máximo lanzó los zapatos a un lado, y también de deshizo del pantalón. Onofre vio, aunque sin ningún interés, que el fulano no usaba calzones. Era seguro que no los necesitaba. En lo que sí reparó es que estaba muy bien armado.
-Eso le gusta a Lucía- musitó.
Aquella tarde, estando solos en casa, cuando él comprobaba que le crecían las tetas, ella llevó la mano derecha a la bragueta de él, y tocó el bulto. Onofre sintió un escalofrío, a pesar de ser verano. Tal evento sucedió el mes anterior al lance actual, el del espacio lleno de preservativos.
-¿Lo tienes grande? – preguntó la mujer.
-Largo sí – dijo él, con un hilo de voz.
-Déjame verlo. ¿Te da vergüenza?
Onofre sacó el artefacto. Como había adelantado, era largo y delgado. Lucía lo agarró con la mano derecha, y le dio dos sacudidas. Luego, la mujer miró a su primo a los ojos, en los que leyó que él suplicaba que ampliase el número de zarandeadas.
-Es largo – descubrió la mujer.
-Te lo dije. No muy gordo, pero sí largo.
“Su prima se levantó la falda, y quitó las bragas. Máximo lanzó los zapatos a un lado, y también de deshizo del pantalón. Onofre vio, aunque sin ningún interés, que el fulano no usaba calzones. Era seguro que no los necesitaba. En lo que sí reparó es que estaba muy bien armado.
-Eso le gusta a Lucía- musitó.
Aquella tarde, estando solos en casa, cuando él comprobaba que le crecían las tetas, ella llevó la mano derecha a la bragueta de él, y tocó el bulto. Onofre sintió un escalofrío, a pesar de ser verano. Tal evento sucedió el mes anterior al lance actual, el del espacio lleno de preservativos.
-¿Lo tienes grande? – preguntó la mujer.
-Largo sí – dijo él, con un hilo de voz.
-Déjame verlo. ¿Te da vergüenza?
Onofre sacó el artefacto. Como había adelantado, era largo y delgado. Lucía lo agarró con la mano derecha, y le dio dos sacudidas. Luego, la mujer miró a su primo a los ojos, en los que leyó que él suplicaba que ampliase el número de zarandeadas.
-Es largo – descubrió la mujer.
-Te lo dije. No muy gordo, pero sí largo.