El gran conflicto comenzó cuando Lucifer, un ser perfecto, uno de los cuatro querubines que servían junto al trono de Dios, se llenó de orgullo y ambición y condujo una rebelión en el cielo. Desde entonces se lo llegó a conocer como el príncipe del mal, el acusador o Satanás. Luego, dedicó su vida no solo a destruir a Jesús y a tantos de sus seguidores como le fuera posible, sino también a desbaratar y arruinar todo lo que el Creador había hecho hermoso.
El plan de salvación también se inició en el cielo y se llevó a cabo aquí, en la tierra. El hijo de Dios ganó la batalla decisiva cuando murió en el Calvario, pero el peligro no ha pasado aún. Jesús fue claro, al decir que aunque sus seguidores no tendrían una vida fácil en medio de un planeta que se ha rebelado contra su Creador, sí podemos contar con su promesa: "Yo estoy con vosotros todos los días" (Mat. 28:20). En medio de nuestro conflicto personal, podemos escucharlo decir: "No te desampararé ni te dejaré" (Heb. 13:5)
El plan de salvación también se inició en el cielo y se llevó a cabo aquí, en la tierra. El hijo de Dios ganó la batalla decisiva cuando murió en el Calvario, pero el peligro no ha pasado aún. Jesús fue claro, al decir que aunque sus seguidores no tendrían una vida fácil en medio de un planeta que se ha rebelado contra su Creador, sí podemos contar con su promesa: "Yo estoy con vosotros todos los días" (Mat. 28:20). En medio de nuestro conflicto personal, podemos escucharlo decir: "No te desampararé ni te dejaré" (Heb. 13:5)