«Contado por el maestro» relata la peripecia de un bravo e impetuoso joven que se alista en el ejército británico obedeciendo al llamamiento de Horatio Kitchener en los primeros días de agosto de 1914, nada más estallar la guerra. Lo hace siendo menor de edad y no será ésa la única decisión precipitada que acabará tomando.
La historia es narrada años después de los acontecimientos por un maestro que había estado destinado al pueblo natal del muchacho en plena la campiña del sudeste inglés, y esa doble distancia –la de la persona interpuesta y la del tiempo transcurrido– contribuye a dibujar en el relato un sfumato de nostalgia y pesarosa desazón. La voz del maestro ofrece una visión de su vida en el pueblo durante la guerra y nos pone al corriente de las idas y venidas del muchacho por una geografía en ocasiones esbozada (los Downs, Seaford, Portsmouth, Francia). Puntuando el tiempo, en el trasfondo transcurren nebulosamente –como el último plano en un diorama– los hechos bélicos de Mons, Loos y el Somme.
Este relato se aleja del tema al que Galsworthy dedicó sus esfuerzos literarios y humanitarios durante el conflicto (la atención y los cuidados que debían recibir por parte de la sociedad los mutilados de guerra), pero es una excelente muestra de su mirada compasiva con la suerte de los más débiles y, al mismo tiempo, no deja de reflexionar sobre uno de los grandes temas que recorren toda su obra, la justicia y su ejercicio por parte de la sociedad.
La historia es narrada años después de los acontecimientos por un maestro que había estado destinado al pueblo natal del muchacho en plena la campiña del sudeste inglés, y esa doble distancia –la de la persona interpuesta y la del tiempo transcurrido– contribuye a dibujar en el relato un sfumato de nostalgia y pesarosa desazón. La voz del maestro ofrece una visión de su vida en el pueblo durante la guerra y nos pone al corriente de las idas y venidas del muchacho por una geografía en ocasiones esbozada (los Downs, Seaford, Portsmouth, Francia). Puntuando el tiempo, en el trasfondo transcurren nebulosamente –como el último plano en un diorama– los hechos bélicos de Mons, Loos y el Somme.
Este relato se aleja del tema al que Galsworthy dedicó sus esfuerzos literarios y humanitarios durante el conflicto (la atención y los cuidados que debían recibir por parte de la sociedad los mutilados de guerra), pero es una excelente muestra de su mirada compasiva con la suerte de los más débiles y, al mismo tiempo, no deja de reflexionar sobre uno de los grandes temas que recorren toda su obra, la justicia y su ejercicio por parte de la sociedad.