El conjunto de las Controversias y las Suasorias constituye el más completo estudio sobre la oratoria en la época de su autor.
El cordobés Lucio Anneo Séneca «El Viejo» o «El Retórico» (54 a.C.-39 d.C.), que no debe confundirse con su hijo, del mismo nombre, que es el que alcanzó más fama, se concentró en el estudio de la retórica y reunió dos colecciones de cuestiones sobre esta materia, Controversiae y Suasoriae, que se convirtieron en los ejercicios fundamentales de las escuelas de retórica. En ambas ofrece una amplia colección de fragmentos de declamación, sobre todo de los estilos de la época augústea, y fue Séneca, más que nadie, quien generalizó la idea, seguramente exagerada, de que las declamaciones consistían en poco más que un epigrama, pues estaba interesado en el detalle y en el epigrama y los «clores», los enfoques ingeniosos aplicados a un caso.
Las Controversias (de las que conservamos cinco de los diez libros originales), escritas por petición expresa de sus tres hijos, que según nos cuenta él mismo sentían un apasionado interés por el arte declamatorio de la generación inmediatamente anterior, especialmente por las sentencias que pronunciaban los oradores (generalidades formuladas de modo conciso) tratan de la elocuencia en los tribunales de justicia, y consisten en debates sobre asuntos ficticios en casos criminales o civiles. Además de autores antiguos como Tucídides, Séneca el Viejo cita a muchos de sus contemporáneos más aptos en todos los campos: hombres de Estado (desde Augusto en adelante), historiadores (Livio), poetas (sobre todo Ovidio) y filósofos. Poseen especial interés los prefacios a las Controversias, donde Séneca se refiere a los diversos oradores y declamadores, con juicios perspicaces sobre sus estilos, sus análisis y planteamientos en los debates, con multitud de comentarios marginales y anécdotas.
Este heredado contacto con los oradores parece que fue decisivo en la formación del estilo en prosa de Séneca el Joven.