LA ARGENTINA DEL NAUFRAGIO nos muestra algunas de sus CARACTERÍSTICAS: casi no quedan empresas estatales, disminuye el número de empresas de capital nacional, la industria está desmantelada, el ahorro confiscado, la deuda externa impagable, el desempleo en su pico más alto, muchas familias revuelven la basura, en el campo hay “robo famélico” para comer, los pobres ocupados se pelean con los hambrientos sin trabajo, delincuencia, deserción escolar, los partidos políticos no tienen legitimidad, corrupción, anomia, descomposición, millones de pobres, niños y jóvenes sin educación, salud ni comida suficientes, sin calidad de vida y sin futuro, etc. Hambre en un país que es uno de los principales exportadores de alimentos del mundo.
En 2001 se produjo una catástrofe en cadena: fuga de depósitos, caída de reservas, descenso del crédito, el consumo, la inversión, aumento del riesgo país, déficit fiscal, confiscación de los ahorros (“corralito”). Así, entre 1998-2003 la economía del país se redujo en un 20 %. Después del 2001, en 2002 vinieron la devaluación del peso, el default de la deuda externa, la pesificación de las deudas bancarias, la confiscación de los depósitos en dólares (el “corralón”). En 2003 se insinuó cierta recuperación.
Estamos en un momento histórico de CRISIS, esto es, la situación que Gramsci definió como aquella cuando lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer. El pasado con certezas se perdió, no aparece una explicación de por qué se llegó a la crisis del presente y el futuro es de incertidumbre y angustia. Y ésta no es una crisis común, ya que combina crisis económica, social y política, pero además es una CRISIS ORGÁNICA (originada en la Crisis del 30 y con picos en 1975-76, 1989), una CRISIS DE HEGEMONÍA: los de arriba ya no pueden mandar como lo hacían y los de abajo ya no les obedecen. Así, LA CLASE DIRIGENTE PIERDE LEGITIMIDAD Y QUEDA SÓLO COMO CLASE DOMINANTE, esto es, manda exclusivamente por la fuerza, sin consenso. Las masas se separan de los partidos tradicionales y se produce un quiebre entre representantes y representados.
El trabajo recoge argumentos de Waldo Ansaldi, a los que somete a crítica.
En 2001 se produjo una catástrofe en cadena: fuga de depósitos, caída de reservas, descenso del crédito, el consumo, la inversión, aumento del riesgo país, déficit fiscal, confiscación de los ahorros (“corralito”). Así, entre 1998-2003 la economía del país se redujo en un 20 %. Después del 2001, en 2002 vinieron la devaluación del peso, el default de la deuda externa, la pesificación de las deudas bancarias, la confiscación de los depósitos en dólares (el “corralón”). En 2003 se insinuó cierta recuperación.
Estamos en un momento histórico de CRISIS, esto es, la situación que Gramsci definió como aquella cuando lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer. El pasado con certezas se perdió, no aparece una explicación de por qué se llegó a la crisis del presente y el futuro es de incertidumbre y angustia. Y ésta no es una crisis común, ya que combina crisis económica, social y política, pero además es una CRISIS ORGÁNICA (originada en la Crisis del 30 y con picos en 1975-76, 1989), una CRISIS DE HEGEMONÍA: los de arriba ya no pueden mandar como lo hacían y los de abajo ya no les obedecen. Así, LA CLASE DIRIGENTE PIERDE LEGITIMIDAD Y QUEDA SÓLO COMO CLASE DOMINANTE, esto es, manda exclusivamente por la fuerza, sin consenso. Las masas se separan de los partidos tradicionales y se produce un quiebre entre representantes y representados.
El trabajo recoge argumentos de Waldo Ansaldi, a los que somete a crítica.