A partir del siglo XVI la Cristiandad europea se divide. No hay un diálogo, sino un enfrentamiento que lleva a las guerras de religión. Estas concluyen dando al poder civil una primacía completa. Europa entra en una serie de guerras, que se prolongan hasta el año 1945. Pese a todo, la Iglesia desde principios del siglo XIX recupera poco a poco su protagonismo, alcanzando niveles intelectuales y de influencia antes no conocidos. Incluso en aquellos países que abrazaron el protestantismo, la fe católica es hoy una fuerza dominante. Ahí está la gran incógnita del futuro. La Historia puede ayudarnos para construir un orden moral y de libertad.
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