Todo lo que Nickolas necesitaba se encontraba en la enorme plantación de Virginia dónde el clan Tygarian se había instalado. Como segundo de la manada y administrador de la propiedad poseía su propio espacio, la compañía femenina nunca le faltaba y vivía de acuerdo sus propias reglas… y seguiría haciéndolo si un inesperado encuentro en un Club de la ciudad no hubiese cambiado su vida por completo.
Él no deseaba una compañera, pero cuando captó el delicioso aroma a menta en medio de la noche supo que estaba perdido y que nada de lo que hiciera podría evitar que la reclamase. Después de todo, no había ninguna cláusula que dijese que tuviese que quedarse con ella una vez la reclamase, ¿no?
Para Mónica las visitas a la Plantación Berkley se habían convertido en un momento único para conocer más la naturaleza Tygrain. Hacía un año que había descubierto su existencia cuando el jefe de la manada de Virginia apareció y sedujo a su amiga. En aquel momento se abrió ante ellas un mundo del que ninguna había oído hablar y que solo encontrarse en los cuentos.
Como veterinaria del Zoo Metropolitano de Richmond, la oportunidad de estudiar y contemplar esta nueva raza en su propio medio fue como sacarse la lotería… o lo habría sido, si una noche no terminase espatarrada en el suelo de un Club nocturno, mostrando las bragas a un hombre irresistible y peligroso que estaba dispuesto a reclamarla como su compañera, el mismo que en todo el tiempo que llevaba visitando la mansión, no la miró ni una sola vez.
Atrapados en el más ardiente de los deseos, ambos tendrán que jugar bien sus cartas si desean conservar la cordura y sus corazones.
Él no deseaba una compañera, pero cuando captó el delicioso aroma a menta en medio de la noche supo que estaba perdido y que nada de lo que hiciera podría evitar que la reclamase. Después de todo, no había ninguna cláusula que dijese que tuviese que quedarse con ella una vez la reclamase, ¿no?
Para Mónica las visitas a la Plantación Berkley se habían convertido en un momento único para conocer más la naturaleza Tygrain. Hacía un año que había descubierto su existencia cuando el jefe de la manada de Virginia apareció y sedujo a su amiga. En aquel momento se abrió ante ellas un mundo del que ninguna había oído hablar y que solo encontrarse en los cuentos.
Como veterinaria del Zoo Metropolitano de Richmond, la oportunidad de estudiar y contemplar esta nueva raza en su propio medio fue como sacarse la lotería… o lo habría sido, si una noche no terminase espatarrada en el suelo de un Club nocturno, mostrando las bragas a un hombre irresistible y peligroso que estaba dispuesto a reclamarla como su compañera, el mismo que en todo el tiempo que llevaba visitando la mansión, no la miró ni una sola vez.
Atrapados en el más ardiente de los deseos, ambos tendrán que jugar bien sus cartas si desean conservar la cordura y sus corazones.