Roberto Leal, presentador del programa España directo, de TVE, reflexiona con humor y desde su experiencia sobre cómo éramos en los ochenta: los videojuegos de entonces, las películas y programas de televisión con los que crecimos, nuestros juegos del recreo, las modas de nuestros años mozos, cómo ligábamos en la edad del pavo o qué ha supuesto en nuestras vidas la llegada de la tecnología.
Los 80 sí que molaban
«Importante. Antes de comenzar a leer esto: Abre YouTube. Busca Joe Cocker. Pincha en la primera canción que te sale: «With a little help from my friends». Dale al play. Llora. Recuerdo aquellos maravillosos años. Aquellos días en los que cuando uno quería quedar con sus amigos, se acercaba a la puerta de su casa y lo llamaba a voces. No había móvil, no existían los SMS, el wasap, el teléfono de casa solo era para cosas importantes ¿pero qué importaba? Después de cuatro ¡Antonioooooo! tu colega asomaba la cabeza por la ventana y, con un simple ¡ya voy, joe!, en dos minutos estaba enla calle. Recuerdo aquellas mañanas acompañando a mi madre ala panadería. Ella compraba el pan del día y a ti se te iban los ojos detrás de los tres pastelitos de colores del momento: el bony (chocolate por fuera y mermelada de fresa), el tigretón (cubierto de chocolate y relleno de nata) y, por supuesto, la pantera rosa (relleno de nata y recubierto de algo rosa que la NASA todavía no ha descubierto qué es). Pastelitos que tenían hasta su propia canción, sus propios chistes».
Los 80 sí que molaban
«Importante. Antes de comenzar a leer esto: Abre YouTube. Busca Joe Cocker. Pincha en la primera canción que te sale: «With a little help from my friends». Dale al play. Llora. Recuerdo aquellos maravillosos años. Aquellos días en los que cuando uno quería quedar con sus amigos, se acercaba a la puerta de su casa y lo llamaba a voces. No había móvil, no existían los SMS, el wasap, el teléfono de casa solo era para cosas importantes ¿pero qué importaba? Después de cuatro ¡Antonioooooo! tu colega asomaba la cabeza por la ventana y, con un simple ¡ya voy, joe!, en dos minutos estaba enla calle. Recuerdo aquellas mañanas acompañando a mi madre ala panadería. Ella compraba el pan del día y a ti se te iban los ojos detrás de los tres pastelitos de colores del momento: el bony (chocolate por fuera y mermelada de fresa), el tigretón (cubierto de chocolate y relleno de nata) y, por supuesto, la pantera rosa (relleno de nata y recubierto de algo rosa que la NASA todavía no ha descubierto qué es). Pastelitos que tenían hasta su propia canción, sus propios chistes».