El autor de estos cuentos, alucinantes y plenos de humorismo, fue el doctor y psiquiatra, Alfonso Domínguez Toledano, quien nació el 8 de marzo de 1911, en la ciudad de Puebla.
Sus cuentos son la suma de su experiencia como médico y su convivencia diaria con los enfermos mentales de los sanatorios donde practicaba su profesión y su amplísima cultura literaria, ya que fue un lector empedernido, desde sus años juveniles. Sus estrategias literarias atestiguan ese dominio del lenguaje, de la metáfora, de los estilos y movimientos literarios, dominio que agregado a su conocimiento sobre la mente humana, dio como resultado estos siete cuentos breves que son verdaderas obras maestras de la literatura contemporánea.
Sus observaciones de la realidad comienzan desde su infancia, era la época en la que se iniciaba la Revolución Mexicana, los combates entre federales y carrancistas o zapatistas eran frecuentes. Por problemas familiares, a partir de los seis años, vivió parte del año en Puebla y parte del año en la ciudad de México, de modo que cambiaba de escuela frecuentemente, lo que no fue obstáculo para el desarrollo de su profunda inteligencia y sentido del humor.
En 1924 su padre lo inscribe en un colegio jesuita cercano a la iglesia de San Ildefonso en la ciudad de México. Incluso transcurre parte de su tiempo en la iglesia, como monaguillo. Esta educación católica se advierte en su literatura, en la que con ironía observa o transforma los símbolos cristianos. Tres años después, el conflicto entre el gobierno y el clero que desata la guerra cristera, hace cerrar la escuela y entra a estudiar a una escuela pública, en la que comparte aula con compañeros, entre los que se encontraba Octavio Paz, con quien entabla una efímera amistad.
En 1929 ingresa a la Preparatoria de San Ildefonso, cuyo director era Narciso Basols, y estudia con personalidades como Alfonso Caso, Erasmo Castellanos Quinto, Vicente Lombardo Toledano, y otros pensadores de renombre. Ama la lectura y devora libros de Dostoyevski, Gogol, Chéjov, Averchenko, Andreiev y Gorki entre otros. Dos años después ingresa a la Escuela de Medicina.
En 1936 termina la carrera de médico y entra al Instituto de Psicopedagogía, ya para entonces había decidido ser psiquiatra. Dos años después entra como médico residente al Sanatorio Rafael Lavista, el sanatorio psiquiátrico más renombrado de la época y en el que permanecerá hasta su jubilación, ya como Subdirector del mismo. La Secretaría de Educación, publica sus investigaciones sobre la cronología de la aparición de los caracteres sexuales secundarios en las escolares de primaria, y los referentes a la fatiga y recuperación en los escolares, que realiza dentro del Instituto de Pedagogía. Además de ser Subdirector del Sanatorio Lavista, fue de los médicos fundadores del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de Trabajadores del Estado (ISSSTE). De estas instituciones se jubiló en la Navidad de 1969, después de ver desaparecer el sanatorio de La Castañeda, del que también fue médico psiquiatra. Desde entonces hasta su fallecimiento, hace cinco años, se dedicó a escribir los libros que nos heredó. Puede decirse del doctor Alfonso Domínguez Toledano que no sólo fue testigo del nacimiento y desarrollo de la psiquiatría en México, sino uno de sus más importantes pilares. Sus libros Crónica de mi vida y La psiquiatría en México, que pronto aparecerán en la colección Historia en la vida y la vida en la Historia, del sello Colophon, muestran cómo se desarrollaron los estudios psiquiátricos en México, prácticamente desde sus inicios y cómo su vida fue enlazándose con los hechos de las entrañas de la historia de México.
Personajes como Tiburcia, fueron extraídos de los pabellones de enfermos que él atendió. Sus cuentos hablan claramente del cariño que tuvo por sus pacientes, a quienes no sólo cuidó o sanó, sino que contempló con ojos admirativos y generosos.
Sus cuentos son la suma de su experiencia como médico y su convivencia diaria con los enfermos mentales de los sanatorios donde practicaba su profesión y su amplísima cultura literaria, ya que fue un lector empedernido, desde sus años juveniles. Sus estrategias literarias atestiguan ese dominio del lenguaje, de la metáfora, de los estilos y movimientos literarios, dominio que agregado a su conocimiento sobre la mente humana, dio como resultado estos siete cuentos breves que son verdaderas obras maestras de la literatura contemporánea.
Sus observaciones de la realidad comienzan desde su infancia, era la época en la que se iniciaba la Revolución Mexicana, los combates entre federales y carrancistas o zapatistas eran frecuentes. Por problemas familiares, a partir de los seis años, vivió parte del año en Puebla y parte del año en la ciudad de México, de modo que cambiaba de escuela frecuentemente, lo que no fue obstáculo para el desarrollo de su profunda inteligencia y sentido del humor.
En 1924 su padre lo inscribe en un colegio jesuita cercano a la iglesia de San Ildefonso en la ciudad de México. Incluso transcurre parte de su tiempo en la iglesia, como monaguillo. Esta educación católica se advierte en su literatura, en la que con ironía observa o transforma los símbolos cristianos. Tres años después, el conflicto entre el gobierno y el clero que desata la guerra cristera, hace cerrar la escuela y entra a estudiar a una escuela pública, en la que comparte aula con compañeros, entre los que se encontraba Octavio Paz, con quien entabla una efímera amistad.
En 1929 ingresa a la Preparatoria de San Ildefonso, cuyo director era Narciso Basols, y estudia con personalidades como Alfonso Caso, Erasmo Castellanos Quinto, Vicente Lombardo Toledano, y otros pensadores de renombre. Ama la lectura y devora libros de Dostoyevski, Gogol, Chéjov, Averchenko, Andreiev y Gorki entre otros. Dos años después ingresa a la Escuela de Medicina.
En 1936 termina la carrera de médico y entra al Instituto de Psicopedagogía, ya para entonces había decidido ser psiquiatra. Dos años después entra como médico residente al Sanatorio Rafael Lavista, el sanatorio psiquiátrico más renombrado de la época y en el que permanecerá hasta su jubilación, ya como Subdirector del mismo. La Secretaría de Educación, publica sus investigaciones sobre la cronología de la aparición de los caracteres sexuales secundarios en las escolares de primaria, y los referentes a la fatiga y recuperación en los escolares, que realiza dentro del Instituto de Pedagogía. Además de ser Subdirector del Sanatorio Lavista, fue de los médicos fundadores del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de Trabajadores del Estado (ISSSTE). De estas instituciones se jubiló en la Navidad de 1969, después de ver desaparecer el sanatorio de La Castañeda, del que también fue médico psiquiatra. Desde entonces hasta su fallecimiento, hace cinco años, se dedicó a escribir los libros que nos heredó. Puede decirse del doctor Alfonso Domínguez Toledano que no sólo fue testigo del nacimiento y desarrollo de la psiquiatría en México, sino uno de sus más importantes pilares. Sus libros Crónica de mi vida y La psiquiatría en México, que pronto aparecerán en la colección Historia en la vida y la vida en la Historia, del sello Colophon, muestran cómo se desarrollaron los estudios psiquiátricos en México, prácticamente desde sus inicios y cómo su vida fue enlazándose con los hechos de las entrañas de la historia de México.
Personajes como Tiburcia, fueron extraídos de los pabellones de enfermos que él atendió. Sus cuentos hablan claramente del cariño que tuvo por sus pacientes, a quienes no sólo cuidó o sanó, sino que contempló con ojos admirativos y generosos.