Este volumen ofrece toda su narrativa breve, pequeñas joyas literarias que él calificaba de estudios en prosa, pensadas tanto para niños como para adultos. Sus primeros relatos (El príncipe feliz, El ruiseñor y la rosa…), con ecos de Andersen, Hoffmann y la tradición popular, son fábulas de exquisita prosa, cuyo encanto reside en la ingenuidad y la bondad que exaltan. En El crimen de lord Arthur Savile y otras historias, entre las que destaca el famoso relato El fantasma de Canterville, Wilde da rienda suelta a su vena satírica y humorística, mientras que en La casa de granadas, influido por el simbolismo decadente francés, se muestra mórbido, pagano y sensual, caminando triunfal por la belleza. Al final de su vida, vio derrumbarse su mundo de lujo y escarlata y adoptó una ética franciscana, casi a la mística, al lado de los humildes y los marginados. Falto de estímulo creador, y decepcionado ante el mundo, acabó convertido en uno de sus personajes y murió abandonado, tras alcanzar la bondad después de una vida de fasto y fulgor.
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