En las páginas de este libro se ve desfilar la violencia del opresor contra el oprimido, la violencia entre iguales, la violencia acicateada por la venganza, la violencia que se da en un estallido espontáneo, la maledicencia, la guerra, la crueldad psicológica, la brutalidad más elemental, la violencia pragmática y hasta la violencia que ejerce la misma naturaleza en contra de los seres humanos. Pero siempre al final, parece decirnos Mauricio Magdaleno, queda un espacio, aunque sea mínimo, para albergar la esperanza: esa luz que brilla al final del túnel. Quizá esto sea lo que lo convierte en uno de los forjadores más brillantes de nuestra tradición narrativa. La reunión de estos relatos de Mauricio Magdaleno podría servir, entonces, como una muestra de lo que ha sido la estética de la violencia. Una estética que, sobre todo durante el siglo XX, dio importantes productos literarios, y que en este autor toma diversas formas y adquiere diversos matices.
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