En su mayor parte, los últimos cien años de la literatura coreana han transcurrido entre el dolor y la violencia. Si bien la península se deshizo desus últimos vestigios feudales y accedió a la modernidad a partir de lacaída de la dinastía Choson (1392-1910), en las décadas siguientes todavíapadeció los horrores de la ocupación, la guerra y la dictadura. Invadido por Japón (1910-1945), el país sufrió una severa política de aculturación; dividida la nación en 1946, se vio inmersa en la Guerra deCorea (1950-1953); y aún debió padecer largas décadas de dictadura militar (1961-1987) antes de llegar a un régimen democrático. La narrativa coreana se ha visto así abocada a una doble urgencia. Por una parte, superar las fórmulas tradicionales del relato e incorporar las más novedosas técnicas narrativas; y, por otra, generar una literatura de resistencia, altamente comprometida con los valores humanísticos y democráticos que anhelaban los coreanos. El resultado de tal esfuerzo se ha visto recompensado por una importante nómina de autores,por fuertes y variadas tendencias literarias y por un público lector altamente exigente. Los más jóvenes creadores, testigos de un extraordinario renacimiento económico, se enfrentan con audacia a los nuevos retos que afronta el país. La actual narrativa coreana articula con maestría su discurso a partir de la rica memoria heredada, pero, simultáneamente,incorpora a su escritura registros novedosos que le permiten auscultar la angustia del hombre contemporáneo. La selección que aquí presentamos es una muestra cabal del progresivodesarrollo de una literatura que, aunque poco conocida en España,comienza a ser considerada fuera de sus fronteras, como una de las másauténticas y valiosas del actual panorama literario internacional.
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