Si el primer tomo de la proyectada trilogía (periodo 1.911-1.945) buscaba demostrar que la prematura muerte de Karl Abraham afectó gravemente al desarrollo en la aplicación del psicoanálisis a la psiquiatría y que su obra acerca de la depresión melancólica, orientada hacia la agresividad y subsumida en la de Freud, fue previa, diferente y más completa e indujo el desarrollo de la de su discípula Melanie Klein, este segundo (1.945-1.983) analiza las contribuciones de los psicoanalistas estadounidenses, latinoamericanos y europeos tras el fin de la II Guerra Mundial en pos de sus aportaciones vertebradas en torno al eje que supuso la obra de Edith Jacobson, analista alemana que consagró su vida al estudio del citado trastorno, bajo los aspectos de la autoestima y la culpa. En cuanto a la manía destacó la efectuada por el hispanoargentino Garma. Todas ellas, nacidas del análisis detallado de los casos clínicos, alumbran nuevos senderos a un corpus de conocimiento que conforma a una psiquiatría dinámica enriquecida por la investigación pero sustentada en la clínica. Con la proposición de paso del método inductivo al prospectivo el inglés Bowlby inauguró un discutido nuevo paradigma.
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