"Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera en mi camino" (Salmo119:105). Con esta declaración tan sencilla el salmista expresa una verdad que en nuestra generación ha sido olvidada en muchos lugares: Que la Palabra de Dios no debe quedar encadenada a un púlpito, expuesta en un museo, o simplemente leída ceremonialmente los domingos como costumbre piadosa. Su mensaje es tan necesario y útil como la luz, ¿ y cuál es la casa que funciona sin luz? La Palabra de Dios ha de ser parte de nuestra vida cotidiana. Dios nos la dio para guiar nuestros pasos, para enseñarnos cómo ser y cómo vivir. Con este objetivo en mente, William MacDonald, consagrado siervo de Dios y expositor de la Palabra mundialmente reconocido, nos ofrece en este libro un texto comentado para cada día del año; una reflexión que expone y alumbra de forma sencilla (Salmo 119:130) estimulándonos e invitándonos a vivir en la luz de la Palabra de una manera práctica. Para él, la Biblia es, ante todo, un libro práctico. No es la exclusiva limitada de un grupo selecto de eruditos y eminencias, sino un mensaje a la gente común, como el pan de cada día. Todos comemos pan, del mismo modo que todos necesitamos reflexionar diariamente en la Palabra de Dios. Puedo afirmar, después de los gratos años que pasé a su lado, aprendiendo de él, que el hermano William MacDonald no sabría vivir sin la Biblia, algo que estoy seguro que el lector detectará enseguida al leer sus reflexiones en este libro. Para mí, estas lecturas devocionales evocan gratos recuerdos de cómo él piensa y comenta constantemente, de manera espontánea, la Biblia, en el devenir de los acontecimientos cotidianos. Quizá de ahí el valor de este libro, que no fue escrito con el propósito de erigirse en joya literaria, sino simplemente en espejo de lo que rebosa de la vida de uno que camina con el Señor, y nos invita a hacer lo mismo.
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