En 1856 fue publicada una novela que al predijo detalles de la que ciento trece años después se convertiría en la primera misión espacial al poner pie en la Luna. Su autor: Julio Verne, reverenciado por muchos, como el padre de la literatura de Ciencia Ficción.
Un grupo de investigadores comienzan a experimentar con viajes espaciales, tal es el nudo del argumento que Verne nos presenta a finales del siglo XIX. Poco a poco lo que parecía obra de unos alienados tuvo su lógica y el artefacto que logran construir no sin ingenuo ni esfuerzo permitirá aproximarse a la luna ante la mirada azorada de muchos y el asombro de toda la sociedad. Finalizada la Guerra de Secesión, los miembros del Gun-Club, consagrado a la confección de armas de guerra, se encuentran desocupados, sin trabajo a la vista , de manera que entre todos se deciden a construir el mayor cañón del mundo jamás creado, apuntar a la Luna, destruirla, por supuesto, y con su destrucción alcanzar así celebridad y disfrutar el reconocimiento de ser los padres de l. a creación.
Después de descriptivos estudios matemáticos donde abundan las cifras y los datos técnicos, llega al club un intrépido aventurero que sugiere cambiar la bala de cañón por un proyectil tubular hueco donde puedan viajar algunos hombres. La idea es aceptada con gran alboroto y los hombres se alistan para el viaje. La agudeza y el ingenio de Julio Verne y su asombrosa imaginación contribuyeron para idear la forma e incluso las dimensiones de la cápsula espacial, el lugar de lanzamiento, el país que habría de alcanzar el triunfo y el que sería su antagonista más directo: Rusia; la falta de gravedad, las trayectorias que recorrería el artefacto y su órbita alrededor de la luna, el sistema de corrección de trayectoria por medio de cohetes, e incluso la forma y lugar de regreso: la fantástica narración termina desplomándose en el mar en un lugar situado a cuatro kilómetros del lugar en que amerizó la primera tripulación en realizar una órbita lunar, el Apolo VIII. Esta visión, casi esclarecida para muchos, ¿ se podrá reflexionarla una casualidad de Julio Verne, una necesidad por parte de la NASA, o un tributo velado de algún amante anónimo de la literatura clásica de ficción...
Sea como sea, nos encontramos frente a un hecho objetivo: el océano Pacífico tiene más de setenta millones de kilómetros cuadrados y el regreso de ambos se produjo sólo con una diferencia de unos 4 kilómetros entre ambos amerizajes. De la Tierra a la Luna fue un auténtico best seller en la época de ese momento en Europa. Muchos han atribuido a Julio Verne idoneidades con alcances futuristas. Julio Verne, se distinguió en relatos de aventuras fantásticas en las que se representaba, casi de manera iluminada, toda clase de proyectos y de ideas de orden técnico que, en años postreros se han fueron convirtiendo en realidad. El siglo XIX se definía por ese sentimiento de connivencia y familiaridad en la ciencia que se verá irradiado en numerosas novelas: predice así sobre el futuro de las ciencias naturales y sobre la revolución técnica, el uso de máquinas que hasta entonces no existían, el viaje a la luna... y sin embargo, algunos críticos se extrañan porque, a pesar de su deseo por transmitir siempre certeza científica a sus narraciones, hubiera elegido como nave espacial una bala de cañón y no un cohete, perfectamente conocido en su época, y que se consideró siempre como más ventajoso, como se demuestra después de que la ciencia moderna recurriera a la utilización de cohetes, Considerado celebre y todo, los literatos del momento le reprocharon no tener un estilo narrativo afín, ignorar la “manera” de narrar clásica... los educadores, turbados por el éxito de sus novelas entre el público juvenil, le atribuían de falso científico y de confundir a los jóvenes, que exigían modelos más clásicos para su...
Un grupo de investigadores comienzan a experimentar con viajes espaciales, tal es el nudo del argumento que Verne nos presenta a finales del siglo XIX. Poco a poco lo que parecía obra de unos alienados tuvo su lógica y el artefacto que logran construir no sin ingenuo ni esfuerzo permitirá aproximarse a la luna ante la mirada azorada de muchos y el asombro de toda la sociedad. Finalizada la Guerra de Secesión, los miembros del Gun-Club, consagrado a la confección de armas de guerra, se encuentran desocupados, sin trabajo a la vista , de manera que entre todos se deciden a construir el mayor cañón del mundo jamás creado, apuntar a la Luna, destruirla, por supuesto, y con su destrucción alcanzar así celebridad y disfrutar el reconocimiento de ser los padres de l. a creación.
Después de descriptivos estudios matemáticos donde abundan las cifras y los datos técnicos, llega al club un intrépido aventurero que sugiere cambiar la bala de cañón por un proyectil tubular hueco donde puedan viajar algunos hombres. La idea es aceptada con gran alboroto y los hombres se alistan para el viaje. La agudeza y el ingenio de Julio Verne y su asombrosa imaginación contribuyeron para idear la forma e incluso las dimensiones de la cápsula espacial, el lugar de lanzamiento, el país que habría de alcanzar el triunfo y el que sería su antagonista más directo: Rusia; la falta de gravedad, las trayectorias que recorrería el artefacto y su órbita alrededor de la luna, el sistema de corrección de trayectoria por medio de cohetes, e incluso la forma y lugar de regreso: la fantástica narración termina desplomándose en el mar en un lugar situado a cuatro kilómetros del lugar en que amerizó la primera tripulación en realizar una órbita lunar, el Apolo VIII. Esta visión, casi esclarecida para muchos, ¿ se podrá reflexionarla una casualidad de Julio Verne, una necesidad por parte de la NASA, o un tributo velado de algún amante anónimo de la literatura clásica de ficción...
Sea como sea, nos encontramos frente a un hecho objetivo: el océano Pacífico tiene más de setenta millones de kilómetros cuadrados y el regreso de ambos se produjo sólo con una diferencia de unos 4 kilómetros entre ambos amerizajes. De la Tierra a la Luna fue un auténtico best seller en la época de ese momento en Europa. Muchos han atribuido a Julio Verne idoneidades con alcances futuristas. Julio Verne, se distinguió en relatos de aventuras fantásticas en las que se representaba, casi de manera iluminada, toda clase de proyectos y de ideas de orden técnico que, en años postreros se han fueron convirtiendo en realidad. El siglo XIX se definía por ese sentimiento de connivencia y familiaridad en la ciencia que se verá irradiado en numerosas novelas: predice así sobre el futuro de las ciencias naturales y sobre la revolución técnica, el uso de máquinas que hasta entonces no existían, el viaje a la luna... y sin embargo, algunos críticos se extrañan porque, a pesar de su deseo por transmitir siempre certeza científica a sus narraciones, hubiera elegido como nave espacial una bala de cañón y no un cohete, perfectamente conocido en su época, y que se consideró siempre como más ventajoso, como se demuestra después de que la ciencia moderna recurriera a la utilización de cohetes, Considerado celebre y todo, los literatos del momento le reprocharon no tener un estilo narrativo afín, ignorar la “manera” de narrar clásica... los educadores, turbados por el éxito de sus novelas entre el público juvenil, le atribuían de falso científico y de confundir a los jóvenes, que exigían modelos más clásicos para su...