«De visita en la KGB» es una historia verídica, que transcurre entre agosto y octubre de 1989. Es interesante porque ocurre justo antes de la caída del muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989; acto seguido a esto la Unión Soviética se desintegró con la independencia de las quince Repúblicas de la Unión Soviética, hechos que ocurren entre el 11 de Marzo de 1990 y el 25 de Diciembre de1991.
«De visita en la KGB» es por tanto un testimonio del ambiente que se vivía en la KGB y en el mismo Moscú justo antes de que el régimen comunista colapse. Por tanto, es el testimonio de un occidental, que vivió el final de la Unión Soviética y de su organización más famosa: La KGB.
Oficiales de la KGB muy carismáticos, muy profesionales con muchísima experiencia; y que estaban a su vez en condiciones de contar historias reales de su vida personal, de la época en que aún eran niños y vieron a sus padres y hermanos sufrir el flagelo de la Segunda Guerra Mundial, historias que impactarían a cualquiera extranjero que las escuchase al venir estas de realidades tan lejanas.
«De visita en la KGB» es también una historia de amistad, de mundos que colisionan, de personas con una historia de vida muy diferente y de procedencia muy distante; y que, sin embargo, tienen mucho en común.
El espionaje es una adicción, una muy peligrosa; una profesión, que se confunde con tu personalidad; es interesante y cruel también.
Debido a un hecho totalmente fortuito Enrique empieza una amistad con un coronel retirado de la KGB el cual es el profesor principal asignado a su curso. Eso le permite acceder en el poco tiempo en que está en Moscú a una serie de lugares y a alguna información que de otra manera le hubiesen sido inaccesible.
Un buen consejo puede hacer la diferencia entre el éxito y el fracaso y eso es lo que la KGB brinda a los oficiales extranjeros que tiene bajo su cargo: una gran experiencia representada en un verdadero veterano, en Leónidas, un hombre que parece cargar sobre sus hombros una experiencia ganada en largos años de operaciones de campo.
La paciencia, la manipulación, el silencio; la experiencia de las organizaciones que heredaron, y la propia organización desarrollada como producto de largos años de competir con los mejores y la necesidad de llevar a su país a un nivel que le permita retar a los Estados Unidos.
Con mucho carisma, con mucho profesionalismo, derrochando amabilidad, a propósito o no, los rusos entablan amistad con los oficiales que tienen a su cargo; es en medio de esa relación donde incluso deslizan lo que para ellos era inevitable y para mentes menos metidas en el problema era prácticamente imposible: El fin de la Unión Soviética. Tan increíble parecía decir eso en 1989, sin embargo, poco después que los oficiales becados en la Unión Soviética regresaran a su país eso ocurrió y los incrédulos tuvieron que creer, que cerca habían estado viviendo un momento histórico en el mundo: El fin de la guerra fría.
Hay otro aspecto a descubrir interesante y es el espíritu de las chicas rusas, en este caso ellas fueron más accesibles al ser hombres todos los que estudiaban con la KGB; más de una vez algún oficial quiso llevarse a una chica rusa consigo, sin embargo el tiempo era insuficiente; pese a esto eso no impidió conocer a través de ellas el espíritu del pueblo ruso: sufrido, culto, amante del arte, tosco, sensible.
Un pueblo oprimido y que, sin embargo, se había mantenido fiel a su dios cristiano. Ellos las conocieron cuando Rusia vivía su momento más difícil después de la Segunda Guerra Mundial. Las conocieron coquetas, simpáticas, hermosas, dispuestas a conocer el mundo occidental del que poco sabían y del que, sin embargo, esperaban mucho. Y ellas a su vez les enseñaron a ellos el corazón de Rusia.
Ellos descubrieron en ellas el espíritu de la madre Rusia que volvía a un país, que a pesar de todo, nunca fue conquistado totalmente por el comunismo.
«De visita en la KGB» es por tanto un testimonio del ambiente que se vivía en la KGB y en el mismo Moscú justo antes de que el régimen comunista colapse. Por tanto, es el testimonio de un occidental, que vivió el final de la Unión Soviética y de su organización más famosa: La KGB.
Oficiales de la KGB muy carismáticos, muy profesionales con muchísima experiencia; y que estaban a su vez en condiciones de contar historias reales de su vida personal, de la época en que aún eran niños y vieron a sus padres y hermanos sufrir el flagelo de la Segunda Guerra Mundial, historias que impactarían a cualquiera extranjero que las escuchase al venir estas de realidades tan lejanas.
«De visita en la KGB» es también una historia de amistad, de mundos que colisionan, de personas con una historia de vida muy diferente y de procedencia muy distante; y que, sin embargo, tienen mucho en común.
El espionaje es una adicción, una muy peligrosa; una profesión, que se confunde con tu personalidad; es interesante y cruel también.
Debido a un hecho totalmente fortuito Enrique empieza una amistad con un coronel retirado de la KGB el cual es el profesor principal asignado a su curso. Eso le permite acceder en el poco tiempo en que está en Moscú a una serie de lugares y a alguna información que de otra manera le hubiesen sido inaccesible.
Un buen consejo puede hacer la diferencia entre el éxito y el fracaso y eso es lo que la KGB brinda a los oficiales extranjeros que tiene bajo su cargo: una gran experiencia representada en un verdadero veterano, en Leónidas, un hombre que parece cargar sobre sus hombros una experiencia ganada en largos años de operaciones de campo.
La paciencia, la manipulación, el silencio; la experiencia de las organizaciones que heredaron, y la propia organización desarrollada como producto de largos años de competir con los mejores y la necesidad de llevar a su país a un nivel que le permita retar a los Estados Unidos.
Con mucho carisma, con mucho profesionalismo, derrochando amabilidad, a propósito o no, los rusos entablan amistad con los oficiales que tienen a su cargo; es en medio de esa relación donde incluso deslizan lo que para ellos era inevitable y para mentes menos metidas en el problema era prácticamente imposible: El fin de la Unión Soviética. Tan increíble parecía decir eso en 1989, sin embargo, poco después que los oficiales becados en la Unión Soviética regresaran a su país eso ocurrió y los incrédulos tuvieron que creer, que cerca habían estado viviendo un momento histórico en el mundo: El fin de la guerra fría.
Hay otro aspecto a descubrir interesante y es el espíritu de las chicas rusas, en este caso ellas fueron más accesibles al ser hombres todos los que estudiaban con la KGB; más de una vez algún oficial quiso llevarse a una chica rusa consigo, sin embargo el tiempo era insuficiente; pese a esto eso no impidió conocer a través de ellas el espíritu del pueblo ruso: sufrido, culto, amante del arte, tosco, sensible.
Un pueblo oprimido y que, sin embargo, se había mantenido fiel a su dios cristiano. Ellos las conocieron cuando Rusia vivía su momento más difícil después de la Segunda Guerra Mundial. Las conocieron coquetas, simpáticas, hermosas, dispuestas a conocer el mundo occidental del que poco sabían y del que, sin embargo, esperaban mucho. Y ellas a su vez les enseñaron a ellos el corazón de Rusia.
Ellos descubrieron en ellas el espíritu de la madre Rusia que volvía a un país, que a pesar de todo, nunca fue conquistado totalmente por el comunismo.