Yago y Fabián tienen mucho en común: empezando por su soledad y siguiendo por su aspecto físico. Allí dónde Fabián provoca resquemor, Yago solo inspira ternura y admiración.
Cuando se conocen ninguno de los dos está preparado para enfrentar lo que sienten. Yago se está recuperando de un divorcio, consumido por un trabajo que agota todas sus energías y tiempo.
Fabián acaba de mudarse y decide participar en un proyecto de diseño que lo entusiasma.
Cuando se encuentran, dos mundos muy diferentes parecen destinados a separarlos: Yago no es gay, nunca lo fue y no quiere serlo, Fabián conoce y acepta plenamente su sexualidad y sabe que tiene ante sí no sólo al hombre más hermoso que haya visto, sino al compañero que jamás ha tenido.
Pero ninguno de los dos se oculta ante la vida, la miran de frente y deciden apostar a ver qué saldrá de todo eso.
A veces tomar decisiones es cosa de una vida, o de un segundo.
Lo importante es hacia donde te llevan.
Cuando se conocen ninguno de los dos está preparado para enfrentar lo que sienten. Yago se está recuperando de un divorcio, consumido por un trabajo que agota todas sus energías y tiempo.
Fabián acaba de mudarse y decide participar en un proyecto de diseño que lo entusiasma.
Cuando se encuentran, dos mundos muy diferentes parecen destinados a separarlos: Yago no es gay, nunca lo fue y no quiere serlo, Fabián conoce y acepta plenamente su sexualidad y sabe que tiene ante sí no sólo al hombre más hermoso que haya visto, sino al compañero que jamás ha tenido.
Pero ninguno de los dos se oculta ante la vida, la miran de frente y deciden apostar a ver qué saldrá de todo eso.
A veces tomar decisiones es cosa de una vida, o de un segundo.
Lo importante es hacia donde te llevan.