Llegamos al Censo de Población y Vivienda de 2012 con muchas dificultades sorteadas, quizás no soslayadas de una manera completa. Cada censo, llamado científico, tiene que contar con anticipación con la actualización cartográfica, que debe ser exhaustiva sobre todo por la expansión de los poblados, la aparición de nuevas comunidades y pueblos, el crecimiento de las ciudades y desplazamientos migratorios. Si no se hace esto se corre el peligro de la infiabilidad de los resultados. Ahora bien, la actualización cartográfica no se resuelve con la recurrencia al satélite, que no es más que un instrumento de esta actualización, se requiere de un trabajo de campo exhaustivo. Llama la atención que el INE diga que se ha hecho esta actualización cartográfica, que más parece efectuado de una manera improvisada y en un tiempo corto. Otro problema es la boleta censal, que ya no garantiza completamente la comparación internacional, tampoco la comparación con los anteriores censos, cosa que se requiere, con fines de comparación inter-censal. Por otra parte se ha mantenido la sola pregunta de opinión, la de la auto-identificación con algún pueblo nativo, sin otras preguntas de control, tampoco con procedimientos metodológico que conduzca a la construcción de indicadores específicos sobre pueblos nativos, que no arroje solo la mera aritmética simple de los porcentajes de participación de los pueblos. Siguiendo con los problemas, no se ha retomado la tarea de construir indicadores diferenciales para políticas públicas, más necesarios ahora cuando se requieren datos específicos para la planificación integral y participativa, como manda la Constitución. El peligro es quedarnos en una enumeración “completa”, de la que se obtenga una aritmética simple de porcentajes y no se pueda sacar indicadores de comparación internacional, tampoco de comparación inter-censal, sin producir además los indicadores diferenciales. Fuera de no garantizar una mejora estadística sobre los pueblos nativos, salvo su enumeración.
No podremos saber, a ciencia cierta, sobre los resultados del censo de 2012 hasta la sistematización y publicación de los mismos. Sin embargo, ya estamos metidos en este censo y tendremos que tratar que salga lo mejor posible, a pesar de las dificultades y problemas enunciados. Se tendrá que buscar después corregir las falencias encontradas con la recurrencia a métodos indirectos y métodos muéstrales. Al respecto, no hay que olvidar que un censo no es un censo de un gobierno, sino un instrumento estratégico para las políticas públicas, para la planificación, para el conocimiento socio-económico-demográfico de las características de la población y sus procesos demográficos, incluyendo el conocimiento demográfico de las poblaciones nativas. No se puede hacer política con un censo ni buscar obtener beneficios; un censo no está destinado para eso. Es una herramienta estadística que produce indicadores, que deben ser útiles para el conocimiento, las políticas públicas y la planificación. Empero, parece que se han confundido las funciones del censo con los usos políticos del censo, lo que no sólo distorsiona su calidad científica, sino enturbia las posibilidades de los resultados estadísticos. En esta confusión no sólo ha caído el gobierno, sino también la llamada oposición, incluso los intereses locales de los municipios y departamentos. Se entiende que haya ocurrido esto en el ambiente conflictivo y contradictorio del proceso de cambio, un ambiente poco transparente y de escaza participación. Sin embargo, como dijimos el censo está en marcha y requiere de nuestro apoyo, a pesar de los pesares.
No podremos saber, a ciencia cierta, sobre los resultados del censo de 2012 hasta la sistematización y publicación de los mismos. Sin embargo, ya estamos metidos en este censo y tendremos que tratar que salga lo mejor posible, a pesar de las dificultades y problemas enunciados. Se tendrá que buscar después corregir las falencias encontradas con la recurrencia a métodos indirectos y métodos muéstrales. Al respecto, no hay que olvidar que un censo no es un censo de un gobierno, sino un instrumento estratégico para las políticas públicas, para la planificación, para el conocimiento socio-económico-demográfico de las características de la población y sus procesos demográficos, incluyendo el conocimiento demográfico de las poblaciones nativas. No se puede hacer política con un censo ni buscar obtener beneficios; un censo no está destinado para eso. Es una herramienta estadística que produce indicadores, que deben ser útiles para el conocimiento, las políticas públicas y la planificación. Empero, parece que se han confundido las funciones del censo con los usos políticos del censo, lo que no sólo distorsiona su calidad científica, sino enturbia las posibilidades de los resultados estadísticos. En esta confusión no sólo ha caído el gobierno, sino también la llamada oposición, incluso los intereses locales de los municipios y departamentos. Se entiende que haya ocurrido esto en el ambiente conflictivo y contradictorio del proceso de cambio, un ambiente poco transparente y de escaza participación. Sin embargo, como dijimos el censo está en marcha y requiere de nuestro apoyo, a pesar de los pesares.