Breve revisión del texto anterior porque nunca faltan errores de dedo que hay que corregir. Además, confieso que me agrada leer de nuevo lo que he escrito hace muchos años y revisado, en cada edición sin que tenga el menor motivo para aburrirme. Esa lectura constante me sirve para mi clase en la facultad de Derecho de la UNAM y me confirma mi afición por el Derecho del Trabajo que debo reconocer no me aparta de mi condición, de origen, de civilista. No se trata por supuesto de que el espíritu tranquilo del Derecho civil se tenga que imponer al Derecho del trabajo. Este anda revolviéndose en problemas económicos y políticos que intentan, a veces o muchas veces, desfigurar la disciplina y comprometerla con versiones conservadoras que en rigor pretenden desaparecer el Derecho del Trabajo, generado por el estado de necesidad de los trabajadores y regresar a la pretendida autonomía de la voluntad, en vigor un reclamo capitalista que a veces se impone. Es posible, por supuesto, porque las organizaciones sindicales son, muchas veces, instrumentos vergonzantes de los gobiernos conservadores como el que en estos tiempos gobierna ?si es que gobierna de verdad? a México.
Siguen emanando de una Secretaría del Trabajo a la que habría que rebautizar en su segunda parte como la Imprevisión Social: el drama de Pasta de Conchos es buena prueba de ello, proyectos conservadores de reforma. Lo hizo Carlos María Abascal, sin resultados y lo intenta Javier Lozano, igualmente ineficaz.
Lo malo es que la STPS o, en su caso, STS, se ha puesto descaradamente al servicio de los empresarios y utiliza a la junta Federal de Conciliación y Arbitraje como vulgar instrumento de sus propósitos conservadores. Claro está que sus resultados han sido negativos gracias a la justicia Federal. El problema es que los organismos jurisdiccionales en materia laboral, las famosas juntas de Conciliación y Arbitraje son simples instrumentos del Poder Ejecutivo, particularmente pero no exclusivamente del Federal.
Siguen emanando de una Secretaría del Trabajo a la que habría que rebautizar en su segunda parte como la Imprevisión Social: el drama de Pasta de Conchos es buena prueba de ello, proyectos conservadores de reforma. Lo hizo Carlos María Abascal, sin resultados y lo intenta Javier Lozano, igualmente ineficaz.
Lo malo es que la STPS o, en su caso, STS, se ha puesto descaradamente al servicio de los empresarios y utiliza a la junta Federal de Conciliación y Arbitraje como vulgar instrumento de sus propósitos conservadores. Claro está que sus resultados han sido negativos gracias a la justicia Federal. El problema es que los organismos jurisdiccionales en materia laboral, las famosas juntas de Conciliación y Arbitraje son simples instrumentos del Poder Ejecutivo, particularmente pero no exclusivamente del Federal.