Pau Hernández relata en clave de humor en su obra Desayuno con guindillas un verídico y místico viaje a los antiguos poblados del México Yaqui. Por primera vez se presenta una obra en la que comulgan perfectamente el irónico humor del autor con los caminos de autodescubrimiento.
Su viaje nace a raíz de una experiencia fuera del cuerpo repetitiva que tiene en común con una persona que vive a casi diez mil kilómetros de distancia, en un lugar de México Oriental. Tras la incesante visión de la misma experiencia, deciden encontrarse en el norte de México y emprender la aventura para encontrar lo que en el desdoblamiento se les presenta, y para averiguar el motivo de tan peculiar visión.
Siempre desde un profundo respeto, Pau Hernández narra en primera persona, a modo de diario, las misteriosas circunstancias que, sin proponérselo, le llevan a contactar con perdidas tribus, peculiares personajes que les dan las directrices de sus siguientes pasos, y chamanas curanderas del desierto del Yaqui, que les guiarán en su búsqueda, tanto interior como del elemento que en la experiencia fuera del cuerpo se les presenta.
Su viaje nace a raíz de una experiencia fuera del cuerpo repetitiva que tiene en común con una persona que vive a casi diez mil kilómetros de distancia, en un lugar de México Oriental. Tras la incesante visión de la misma experiencia, deciden encontrarse en el norte de México y emprender la aventura para encontrar lo que en el desdoblamiento se les presenta, y para averiguar el motivo de tan peculiar visión.
Siempre desde un profundo respeto, Pau Hernández narra en primera persona, a modo de diario, las misteriosas circunstancias que, sin proponérselo, le llevan a contactar con perdidas tribus, peculiares personajes que les dan las directrices de sus siguientes pasos, y chamanas curanderas del desierto del Yaqui, que les guiarán en su búsqueda, tanto interior como del elemento que en la experiencia fuera del cuerpo se les presenta.