El profesor Amengual Allagani, heredero frustrado de un arruinado imperio de la porcelana, agoniza en un hospital para los desamparados. Sus últimas horas las dedica a completar frenéticamente un cuaderno con los avatares de una vida regida por la testosterona.
Fornicador y masturbador irredento, el protagonista de Deseable mujer de tu prójimo describe, casi en clave de humor, una existencia rodeada de privilegios, libros y arte, en creciente desmoronamiento debido a la obsesión carnal.
Relegado a una región desértica para evitar un escándalo,Amengual traba amistad, a regañadientes, con un suboficial de ejército atormentado por una misión innoble y termina compartiendo con él, en la misma trampa, a una mujer misteriosa y volcánica.
El seductor y prostibulario Amengual recrea un mundo retorcido, en el que el temor colectivo sanciona la arbitrariedad, la tortura y la ejecución sumaria de ciudadanos casi como aceptadas normas de convivencia.
El cronista debe completar su tarea testimonial justo el día del plebiscito convocado por el dictador S. Gómez Saldías, quien espera ver extendidos sus diecisiete años de gobierno ilegítimo mediante las urnas.
Amengual escribe del amor como de un ausente y de la mujer como una profunda desconocida, sin que su vida ni su filosofía puedan dar cuenta de la proximidad entre la tiranía del impulso sexual y la muerte que acude puntualmente a la cita.
Editorial Forja
Fornicador y masturbador irredento, el protagonista de Deseable mujer de tu prójimo describe, casi en clave de humor, una existencia rodeada de privilegios, libros y arte, en creciente desmoronamiento debido a la obsesión carnal.
Relegado a una región desértica para evitar un escándalo,Amengual traba amistad, a regañadientes, con un suboficial de ejército atormentado por una misión innoble y termina compartiendo con él, en la misma trampa, a una mujer misteriosa y volcánica.
El seductor y prostibulario Amengual recrea un mundo retorcido, en el que el temor colectivo sanciona la arbitrariedad, la tortura y la ejecución sumaria de ciudadanos casi como aceptadas normas de convivencia.
El cronista debe completar su tarea testimonial justo el día del plebiscito convocado por el dictador S. Gómez Saldías, quien espera ver extendidos sus diecisiete años de gobierno ilegítimo mediante las urnas.
Amengual escribe del amor como de un ausente y de la mujer como una profunda desconocida, sin que su vida ni su filosofía puedan dar cuenta de la proximidad entre la tiranía del impulso sexual y la muerte que acude puntualmente a la cita.
Editorial Forja