Bien hablar es poder conversar con actitud amable y franca, abordar o seguir un tema, con algún grado de conocimiento y con buena fluidez verbal. Es tener la capacidad para discutir con serenidad y fuerza, mente flexible y sentido del bien común. Y es poder exponer, con seguridad, elocuencia y cierto encanto, las ideas, frente a un nutrido grupo de oyentes. Casi todos los manuales que conozco acerca de cómo convertirse en un buen conversador o cómo hablar en público, le dicen al lector: Lo que no debe hacer, por ejemplo: No se limite a oír, aprenda a escuchar , No muestre inseguridad , Hable con entusiasmo . Lo que debe superar: Hable de cosas interesantes , Si su voz es muy monótona, póngale más fuerza . Y lo que debe hacer para hablar bien: Piense lo que va a decir , Controle la ansiedad . Además, dichos textos se extienden en definiciones e ilustraciones teóricas bastante convincentes. Desafortunadamente, ni esto ni aquello le sirve a la persona para convertirse en un expositor persuasivo y en un interlocutor ameno. El problema está en insistir tanto en el qué, sin explicar el cómo. Todo lector se dice al final: Bueno, pero lo que yo necesito es saber de qué manera puedo salir del atolladero .
Al escribir este libro, mi mayor deseo y propósito fundamental, fue satisfacer esta necesidad. Por eso, estoy segura de que en él, un lector consagrado, bien dispuesto a cambiar sus paradigmas y a ejercitarse, encontrará herramientas efectivas y suficientes para conversar con desenvoltura y atractivo y, además, hacer estupendas intervenciones, bien sea ante pequeños grupos o ante audiencias muy amplias. Siguiendo los principios que se proponen y entrenando el uso de los instrumentos, el miedo o la ineficacia al hablar ante los demás quedará entre las ingratas experiencias del pasado.
Al escribir este libro, mi mayor deseo y propósito fundamental, fue satisfacer esta necesidad. Por eso, estoy segura de que en él, un lector consagrado, bien dispuesto a cambiar sus paradigmas y a ejercitarse, encontrará herramientas efectivas y suficientes para conversar con desenvoltura y atractivo y, además, hacer estupendas intervenciones, bien sea ante pequeños grupos o ante audiencias muy amplias. Siguiendo los principios que se proponen y entrenando el uso de los instrumentos, el miedo o la ineficacia al hablar ante los demás quedará entre las ingratas experiencias del pasado.