Lo que siempre me ha fascinado en Teresa es su deseo de amar hasta el extremo, de amar sobre todo a Jesús, el centro de su vida. Teresa no tiene nada de especial, salvo amar.La espiritualidad de aquella a la que la gente llama afectuosamente la pequeña Teresa no se resume en una práctica o virtud particular, sino en una intención fundamental del corazón que se manifiesta a través de una apertura confiada a la acción de Dios y a través de un ardiente deseo de vivir de amor. Para Teresa, el amor tiene siempre la última palabra.De esta experiencia centrada en la persona de Jesús, Jacques Gauthier ha extraído diez actitudes interiores en las que los verbos constituyen otras tantas invitaciones a vivir la aventura de la santidad. Así, el autor rinde homenaje a Teresa de Lisieux, cuya fe bebe con sencillez y profundidad en el Evangelio. De este modo, se esboza un retrato cautivador destinado a imitar el amor ardiente que animaba a la santa y nos incita a seguir hacia adelante.Jacques Gauthier, laico y padre de familia, universitario y poeta, ha puesto la oración en el corazón de su vida. Ha escrito unas sesenta obras, de las que seis están dedicadas a Teresa de Lisieux y han sido traducidas a varias lenguas. En esta editorial se ha publicado: Tengo sed. Teresa de Lisieux y la madre Teresa.
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