Dios y el Diablo (Bruselas, 1852) es un romance, y, al mismo tiempo, una novela histórica que Dumas escribió a los cincuenta años de edad. La acción se sitúa en Villers-Cotterêts, el pueblo que lo vio nacer, y se desarrolla durante el final del imperio napoleónico (1810-1815).
Contiene la historia de amor de Jean, mejor conocido en la aldea como 'Conciencia', y Mariette, dos jóvenes aldeanos, que se enfrentan a la pobreza, a la dureza de la vida y a los horrores de la guerra, tan solo con su mutuo amor y su fe inquebrantable.
El título inicial de la novela, 'Dios y el Diablo', parece aludir además al bien y al mal, y sobre todo a las grandezas y a las miserias del genio de Napoleón.
El hecho de que la novela rememore el paso de Napoleón hacia Waterloo a través del pueblo natal de Dumas no carece de interés, como indican las emotivas reflexiones iniciales:
"Al paso que vamos avanzando en la vida y separándonos realmente de la cuna para acercarnos al sepulcro, parece que se hacen más fuertes y tenaces esos hilos invisibles que ligan al hombre al lugar de su nacimiento. El corazón, el ánimo, la inteligencia, todo nuestro ser en fin reacciona contra ese fantasma que se llama el tiempo, que nos impulsa sin cesar hacia adelante con una mano cada vez más fuerte, con un empuje cada vez más sensible, como si nuestra vida siguiera una pendiente y en virtud de las leyes de la gravitación, rodara con más rapidez al fin que al principio (...).
La vida del hombre tiene dos fases muy distintas: los treinta y cinco primeros años son de esperanzas, los otros son de recuerdos.
Además, se verifica una especie de espejismo en ese desierto que vamos atravesando, y cuyos oasis son cada vez menos frecuentes: los objetos que al empezar el camino han afectado nuestra vista material cuando marchábamos con la cabeza erguida y extendidos los brazos en pos de esa bella y fugitiva deidad que se llama la esperanza; esos objetos que habíamos desdeñado por oscuros y despreciado por humildes, desde el momento en que dejamos atrás la línea divisoria, desde el momento en que ya no vemos con la esperanza, sino con el recuerdo, cuando continuamos caminando, porque la palabra ¡camina! es la divisa de la existencia, pero caminamos con la frente inclinada y los brazos caídos; esos objetos entonces reaparecen poco a poco en la vida del alma, y como el alma, hija del cielo, los aprecia de otro modo que como los había apreciado el orgullo, hijo de la tierra, su oscuridad se vuelve luz, su humildad se vuelve grandeza, y llegamos a amar lo que despreciábamos, y a admirar lo que habíamos desdeñado.
He aquí por qué, en lugar de ir siempre adelante, siguiendo los caprichos de mi ingenio o los delirios de mi imaginación, buscando tipos nuevos, creando situaciones extrañas y desconocidas, vuelvo a veces, a lo menos con el pensamiento, a ese camino que recorrí en mi infancia, donde hallo la huella de mis pies más pequeños, de mis pasos menos separados, cerca de los pasos solícitos de mi madre, que han seguido la medida de los míos desde el día en que mis ojos se abrieron hasta el día en que sus ojos se cerraron, dejándome tan aislado y triste por su ausencia como...”
Criterios de la edición:
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Hemos respetado en lo posible el original, modernizado la ortografía y también algún tipo de expresiones, frecuentes a fines del siglo XIX y principios del XX, que creemos que el propio traductor hubiera desechado en nuestros tiempos.
Hemos comparado la versión francesa con la española, y hemos cuidado la maquetación.
Por último, hemos cuidado la maquetación del libro electrónico respetando siempre la estructura y estilos del original, mejorando y retocando allí donde hemos creído oportuno para así ajustarnos a los estándares actuales.
La colección “Clásicos Recuperados de la Isla de Siltolá” se propone hacer una cuidadosa recuperación de nuestro patrimonio de traducciones históricas.
Contiene la historia de amor de Jean, mejor conocido en la aldea como 'Conciencia', y Mariette, dos jóvenes aldeanos, que se enfrentan a la pobreza, a la dureza de la vida y a los horrores de la guerra, tan solo con su mutuo amor y su fe inquebrantable.
El título inicial de la novela, 'Dios y el Diablo', parece aludir además al bien y al mal, y sobre todo a las grandezas y a las miserias del genio de Napoleón.
El hecho de que la novela rememore el paso de Napoleón hacia Waterloo a través del pueblo natal de Dumas no carece de interés, como indican las emotivas reflexiones iniciales:
"Al paso que vamos avanzando en la vida y separándonos realmente de la cuna para acercarnos al sepulcro, parece que se hacen más fuertes y tenaces esos hilos invisibles que ligan al hombre al lugar de su nacimiento. El corazón, el ánimo, la inteligencia, todo nuestro ser en fin reacciona contra ese fantasma que se llama el tiempo, que nos impulsa sin cesar hacia adelante con una mano cada vez más fuerte, con un empuje cada vez más sensible, como si nuestra vida siguiera una pendiente y en virtud de las leyes de la gravitación, rodara con más rapidez al fin que al principio (...).
La vida del hombre tiene dos fases muy distintas: los treinta y cinco primeros años son de esperanzas, los otros son de recuerdos.
Además, se verifica una especie de espejismo en ese desierto que vamos atravesando, y cuyos oasis son cada vez menos frecuentes: los objetos que al empezar el camino han afectado nuestra vista material cuando marchábamos con la cabeza erguida y extendidos los brazos en pos de esa bella y fugitiva deidad que se llama la esperanza; esos objetos que habíamos desdeñado por oscuros y despreciado por humildes, desde el momento en que dejamos atrás la línea divisoria, desde el momento en que ya no vemos con la esperanza, sino con el recuerdo, cuando continuamos caminando, porque la palabra ¡camina! es la divisa de la existencia, pero caminamos con la frente inclinada y los brazos caídos; esos objetos entonces reaparecen poco a poco en la vida del alma, y como el alma, hija del cielo, los aprecia de otro modo que como los había apreciado el orgullo, hijo de la tierra, su oscuridad se vuelve luz, su humildad se vuelve grandeza, y llegamos a amar lo que despreciábamos, y a admirar lo que habíamos desdeñado.
He aquí por qué, en lugar de ir siempre adelante, siguiendo los caprichos de mi ingenio o los delirios de mi imaginación, buscando tipos nuevos, creando situaciones extrañas y desconocidas, vuelvo a veces, a lo menos con el pensamiento, a ese camino que recorrí en mi infancia, donde hallo la huella de mis pies más pequeños, de mis pasos menos separados, cerca de los pasos solícitos de mi madre, que han seguido la medida de los míos desde el día en que mis ojos se abrieron hasta el día en que sus ojos se cerraron, dejándome tan aislado y triste por su ausencia como...”
Criterios de la edición:
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Hemos respetado en lo posible el original, modernizado la ortografía y también algún tipo de expresiones, frecuentes a fines del siglo XIX y principios del XX, que creemos que el propio traductor hubiera desechado en nuestros tiempos.
Hemos comparado la versión francesa con la española, y hemos cuidado la maquetación.
Por último, hemos cuidado la maquetación del libro electrónico respetando siempre la estructura y estilos del original, mejorando y retocando allí donde hemos creído oportuno para así ajustarnos a los estándares actuales.
La colección “Clásicos Recuperados de la Isla de Siltolá” se propone hacer una cuidadosa recuperación de nuestro patrimonio de traducciones históricas.