El 10 de diciembre del año 2010, el senador Bernie Sanders subió al estrado de la cámara alta estadounidense para pronunciar un discurso de ocho horas que sacudió los muros del Capitolio y las conciencias del país. Sin morderse la lengua, aquel venerable caballero de maneras impecables fue desvelando los males que afligían a la nación más poderosa de la Tierra. Y señaló a los culpables. Millones de ciudadanos pudieron contemplar la conmoción en las pantallas de sus ordenadores. Un alud de llamadas colapsó los teléfonos del Senado. La prensa de todo el mundo se hizo eco del seísmo. Ese viernes memorable salieron a la luz heridas sociales que nos afectan a todos y que siguen salvajemente abiertas: al fin y al cabo, lo que sucede en Washington o en Wall Street no es un mero asunto exterior para nosotros. De ahí la importancia de este libro.
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