Los abundantes discursos conservados de Libanio son una fuente importante para conocer el siglo IV en sus más variadas facetas: educación, política, sociedad, economía...
Libanio (314-h. 393 d.C.), retórico y sofista griego nacido en Antioquía (Siria), es un claro exponente de la posibilidades de ascensión social que abría el hecho de destacarse literariamente en el siglo IV. Estudió en Atenas y ejerció la enseñanza de la retórica en Constantinopla y en Nicomedia (Bitinia, actual Turquía). En el 354 obtuvo una cátedra de retórica en su ciudad natal, donde permaneció el resto de su vida. De formación y creencias paganas, tuvo sin embargo a varios cristianos destacados como alumnos: Juan Crisóstomo, Basilio el Grande, Gregorio Nacianceno... Libanio disimuló sus sentimientos paganos durante los reinados de Constante y Constancio, y los pudo liberar en el periodo de Juliano (llamado el Apóstata por los cristianos, debido a su retorno a los cultos y las prácticas del paganismo); a pesar de ello, pudo ganarse el favor de los emperadores cristianos posteriores Valente y Teodosio: este último llegó a nombrarle prefecto honorario.
Se ha conservado la mayoría de sus discursos, que son muchos. Éstos constituyen una fuente de primer orden para conocer la historia social, religiosa y política de su época, pues tratan asuntos y temas de interés inmediato. De gran valor histórico son cinco discursos motivados por el levantamiento de los antioqueños (378). En otros discursos defiende a los oprimidos (prisioneros, campesinos), aboga por las autonomías locales y el culto pagano, denuncia a los malos funcionarios y propone un gran espectro de medidas políticas que a su parecer pueden mejorar el funcionamiento de su sociedad. Algunos discursos se dirigen a personajes contemporáneos. Se conservan también muchas de sus declamaciones escolares, de gran utilidad para conocer la pedagogía de los sofistas, de temática mitológica, histórica y etopoética.