Durante siglos, además de preguntarnos sobre la veracidad de una existencia después de ésta, que conocemos bien y no nos satisface, nos ha intrigado la posibilidad de asesinar a alguien y no ser descubiertos; además de, por supuesto, librarnos del castigo. Matar a una persona tiene muchas motivaciones, excusas o razones: que nos hace la vida más miserable de lo que ya es, de por sí y sin su ayuda; puede ser porque necesitamos lo que ésta persona posee, con la justificación que estaría mejor en nuestras manos; o porque estorba, motivo más que suficiente para eliminarla. Los motivos no son relevantes; pero sí, y mucho, que su muerte no nos traiga más desgracia de la que nos causa su vida. Por tanto, debemos planear un crimen perfecto, sin castigo. ¿Es posible tal crimen?
La respuesta es sí, claro que es posible, siempre que se cuenten con las circunstancias adecuadas y unos preparativos muy estudiados. Se necesita un buen plan, una realización impecable, una mente muy fría, y, lo más importante: contar con un chivo expiatorio, alguien que cargue con la culpa. Lo último es imprescindible, si el homicida no quiere pasarse la vida huyendo, y con la policía sobre sus talones.
Con todas estas premisas en su mente, el profesor de Derecho, en su faceta Criminalística: Humberto Morales, se dispuso a cometer la acción que más ha atraído a miles de mentes brillantes; y, de las cuales, muy pocas han logrado éxito: el crimen perfecto.
Y ya que el tema es matar, proporciono historias de quienes lo lograron, y la mayoría fueron descubiertos, no por la astucia de los detectives, sino por la estupidez humana de reincidir hasta ser cazado. El crimen perfecto es imperfecto cuando se convierte en plural, porque las puras matemáticas (cálculo de posibilidades) juegan en contra del asesino.
La respuesta es sí, claro que es posible, siempre que se cuenten con las circunstancias adecuadas y unos preparativos muy estudiados. Se necesita un buen plan, una realización impecable, una mente muy fría, y, lo más importante: contar con un chivo expiatorio, alguien que cargue con la culpa. Lo último es imprescindible, si el homicida no quiere pasarse la vida huyendo, y con la policía sobre sus talones.
Con todas estas premisas en su mente, el profesor de Derecho, en su faceta Criminalística: Humberto Morales, se dispuso a cometer la acción que más ha atraído a miles de mentes brillantes; y, de las cuales, muy pocas han logrado éxito: el crimen perfecto.
Y ya que el tema es matar, proporciono historias de quienes lo lograron, y la mayoría fueron descubiertos, no por la astucia de los detectives, sino por la estupidez humana de reincidir hasta ser cazado. El crimen perfecto es imperfecto cuando se convierte en plural, porque las puras matemáticas (cálculo de posibilidades) juegan en contra del asesino.