La mayor parte de los kabalistas cristianos occidentales, y sobre todo Eliphas Lévi, en su deseo de reconciliar las Ciencias Ocultas con los dogmas de la Iglesia, han hecho todo cuanto han podido para convertir la "Luz Astral", exclusiva y principalmente en el Pleroma de los primitivos Padres de la Iglesia, la residencia de la Hueste de los Ángeles Caídos, de los Archontes y Poderes. Pero la Luz Astral, aunque es tan sólo el aspecto inferior de lo Absoluto, es, sin embargo, dual. Es el Anima Mundi, y nunca debe ser considerada de otra manera, excepto cuando median propósitos kabalísticos. La diferencia que existe entre su "Luz" y su "Fuego Viviente", siempre deben tenerla presente el Vidente y el Psíquico. El aspecto superior de esta "Luz" sin el cual sólo se pueden producir criaturas de materia, es este Fuego Viviente y su Séptimo Principio. En Isis Unveiled Se dice en una descripción completa de la misma, lo que sigue:
La luz Astral o Anima Mundi es dual y bisexual. La porción masculina (ideal) de la misma es puramente divina y espiritual, es la Sabiduría, es el Espíritu o Purusha; al paso que la porción femenina (el Espíritu de los nazarenos) hallábase manchada, en un sentido, con materia, es en verdad materia, y por lo tanto, ya es mala. Es el principio de vida de cada criatura viviente, y proporciona el alma astral, el periespíritu fluídico, a hombres, animales, aves del aire y a todas las cosas vivas. Los animales poseen tan sólo el germen latente del alma inmortal más elevada. Esta última se desarrollará sólo después de una serie de evoluciones innumerables; la doctrina de cuyas evoluciones se halla contenida en el axioma kabalístico: "Una piedra se convierte en una planta; una planta en un animal, un animal en un
hombre; un hombre en un espíritu y el espíritu en un dios".
La luz Astral o Anima Mundi es dual y bisexual. La porción masculina (ideal) de la misma es puramente divina y espiritual, es la Sabiduría, es el Espíritu o Purusha; al paso que la porción femenina (el Espíritu de los nazarenos) hallábase manchada, en un sentido, con materia, es en verdad materia, y por lo tanto, ya es mala. Es el principio de vida de cada criatura viviente, y proporciona el alma astral, el periespíritu fluídico, a hombres, animales, aves del aire y a todas las cosas vivas. Los animales poseen tan sólo el germen latente del alma inmortal más elevada. Esta última se desarrollará sólo después de una serie de evoluciones innumerables; la doctrina de cuyas evoluciones se halla contenida en el axioma kabalístico: "Una piedra se convierte en una planta; una planta en un animal, un animal en un
hombre; un hombre en un espíritu y el espíritu en un dios".