Por más que miraba arriba y abajo, a un lado y a otro no conseguía dar con él.
Después de rascarse la oreja, se le ocurrió que tal vez la Rata Pirata podría ayudarle.
—Haré lo que pueda, Barato —dijo la Rata, colocándose el parche en el ojo—, pero no te prometo nada.
Y se montó en un patín que había por allí, evitando mirar al gato, porque gatos y ratas nunca se han llevado bien...
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