Educar no es informar, sino formar. La verdadera educación no se conforma con pre-parar profesionales o personas capaces de leer o escribir. Es mucho más. Es una tarea que implica capacitar a generaciones de seres humanos para lograr lo mejor sí mismos y servir. En muchos sentidos, lo que llamamos educación se ha convertido en un mero ejercicio de transmisión de datos y conocimientos. Desde la perspectiva de la educación cristiana, educar es otorgar las herramientas necesarias para que las personas logren asemejarse más a Dios. Un maestro cristiano no estará contento sólo con dar información, sino en llevar a sus alumnos a una mejor relación con su Creador. Un padre o madre que estén imbuidos de la filosofía cristiana procurarán que su hijo no sea sólo un repetidor de datos, sino alguien que logre ser más semejante a Jesús. De eso trata este libro.
Sin duda la lectura de este libro ayudará a educadores, padres y maestros a enfocarse en el verdadero sentido de la educación cristiana.
Sin duda la lectura de este libro ayudará a educadores, padres y maestros a enfocarse en el verdadero sentido de la educación cristiana.