Quiero que sepas que aunque nunca vuelvas a servirme, Yo te seguiré amando igual. Porque no te amo por lo que hagas por mí, sino por lo que eres. Y eres mi hijo, no hay nada que puedas hacer para cambiar eso”, así amorosamente le susurró Dios al oído. Esas fueron las palabras que alteraron el rumbo de Danilo Montero para siempre y con ellas nacieron las páginas de este libro. Fue el abrazo del Padre el que tornó su rebeldía y le ayudó a superar el dolor de un padre alcohólico y ausente. El autor expone sus vivencias junto a la de muchos personajes bíblicos que como él fueron capturados por el amor de Su presencia. David aprendió a ser un adorador a través de las largas vigilias en el desierto. Ana fue estéril hasta que decidió ir sola a la Casa del Señor, donde encontró paz y cambio. En la soledad del desierto Jesús fue tentado, pero también fue allí donde obtuvo la victoria para nuestra vida. La presencia de Dios es la fuente que nos lleva a la confesión y el cambio. Es en el refugio de la intimidad con Dios donde se puede encontrar la respuesta a cómo salir del letargo espiritual.
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