Hubo una vez en la tierra un país que en realidad eran dos países: el país blanco y el país negro.
Siempre se estaban peleando entre ellos, y siempre quiere decir siempre, desde que se recordaba habían estado peleándose. Los abuelos les contaban a sus nietos que sus abuelos ya les contaban que sus abuelos les contaban que se peleaban con los del otro país.
Habían peleado durante tanto tiempo que tenían más cosas en común entre ellos que con cualquier otro país de la tierra, de hecho los dos países se parecían en todo excepto en el color: comían la misma comida, cantaban las mismas canciones, bailaban los mismos bailes, vestían del mismo modo… solo que unos eran de color blanco y los otros eran de color negro.
Sin embargo, sus batallas eran un auténtico desastre.
El objetivo era capturar al rey enemigo, pero la mayoría de las veces los dos reyes eran capturados casi al mismo tiempo, e inmediatamente empezaba una nueva batalla para decidir cuál de los dos había capturado al rey antes, y así una y otra vez. En la guerra no moría nadie, los enemigos eran capturados y liberados en cuanto se terminaban las batallas y pedían perdón.
Los reyes eran capturados casi siempre por la reina del otro país.
Las reinas eran las luchadoras más poderosas. También se las conocía como la «primera dama» del país, o simplemente la Dama. Estas damas eran tan poderosas porque, durante una época que luego se conoció como la «época ninja» (entonces simplemente se conocía como «ahora»), se puso de moda intentar capturar al rey enemigo no en las batallas, sino en cualquier momento de descuido, enviando a un solo guerrero, vestido de negro, sigiloso como un gato y generalmente de noche. Primero se protegió a los reyes con peones como escoltas, pero claro, los peones no podían estar todo el rato al lado del rey, y este era capturado cuando se iba a dormir o cuando se metía en la ducha. Por eso se decidió que los reyes no se casarían por amor sino por la fuerza, por la fuerza de la chica que se convirtiera en la Dama. Las niñas eran entrenadas en el colegio desde pequeñas en judo, carreras, levantamiento de pesas, y la más fuerte era la elegida para ser la nueva dama y proteger al rey.
En ambos países todo el mundo tenía la cara de lo que era. Si eras gracioso tenías una cara graciosa, si eras fuerte tenías cara de fuerte, si eras malo tenías cara de malo. Un día nació en el país negro un niño con gafas, eso quería decir que era muy inteligente. Le llamaron Sisa.
El rey, por el contrario, no era muy inteligente, pero solía tener los ojos un poco cerrados. Eso quería decir que se fijaba mucho en las cosas y realmente sabía reconocer las cualidades de las otras personas en cuanto las veía.
Un día, paseando, vio a Sisa, el niño con gafas, y supo que era el más listo de todos los habitantes de su país. Y le preguntó si le quería ayudar a ganar la guerra contra los blancos, y el niño, que era tan inteligente que nunca respondía a las preguntas difíciles a la primera, le dijo que se lo pensaría y que cuando tuviera la respuesta se lo haría saber.
A Sisa nunca le habían gustado las guerras contra los blancos, eran la cosa más desordenada que había visto jamás, y le desagradaba todo aquello que no estaba ordenado y no seguía unas reglas. Y como los más brutos eran los mejores para ir a la guerra y las niñas fuertes podían convertirse en reinas, las familias preferían tener un niño bruto a un niño listo, y una niña rápida corriendo a una niña rápida sumando. Eso estaba mal, y ahora él lo podía cambiar.
Sisa pasó muchos días y algunas noches pensando en el asunto, iba a todas partes con la cabeza un poquito levantada hacia arriba y a la derecha, señal de que iba pensando, siempre con una libreta, apuntando cosas, dibujando figuras, tachando, volviendo a dibujar....
argemic@yahoo.com (www.jajejijuegos.com)
Siempre se estaban peleando entre ellos, y siempre quiere decir siempre, desde que se recordaba habían estado peleándose. Los abuelos les contaban a sus nietos que sus abuelos ya les contaban que sus abuelos les contaban que se peleaban con los del otro país.
Habían peleado durante tanto tiempo que tenían más cosas en común entre ellos que con cualquier otro país de la tierra, de hecho los dos países se parecían en todo excepto en el color: comían la misma comida, cantaban las mismas canciones, bailaban los mismos bailes, vestían del mismo modo… solo que unos eran de color blanco y los otros eran de color negro.
Sin embargo, sus batallas eran un auténtico desastre.
El objetivo era capturar al rey enemigo, pero la mayoría de las veces los dos reyes eran capturados casi al mismo tiempo, e inmediatamente empezaba una nueva batalla para decidir cuál de los dos había capturado al rey antes, y así una y otra vez. En la guerra no moría nadie, los enemigos eran capturados y liberados en cuanto se terminaban las batallas y pedían perdón.
Los reyes eran capturados casi siempre por la reina del otro país.
Las reinas eran las luchadoras más poderosas. También se las conocía como la «primera dama» del país, o simplemente la Dama. Estas damas eran tan poderosas porque, durante una época que luego se conoció como la «época ninja» (entonces simplemente se conocía como «ahora»), se puso de moda intentar capturar al rey enemigo no en las batallas, sino en cualquier momento de descuido, enviando a un solo guerrero, vestido de negro, sigiloso como un gato y generalmente de noche. Primero se protegió a los reyes con peones como escoltas, pero claro, los peones no podían estar todo el rato al lado del rey, y este era capturado cuando se iba a dormir o cuando se metía en la ducha. Por eso se decidió que los reyes no se casarían por amor sino por la fuerza, por la fuerza de la chica que se convirtiera en la Dama. Las niñas eran entrenadas en el colegio desde pequeñas en judo, carreras, levantamiento de pesas, y la más fuerte era la elegida para ser la nueva dama y proteger al rey.
En ambos países todo el mundo tenía la cara de lo que era. Si eras gracioso tenías una cara graciosa, si eras fuerte tenías cara de fuerte, si eras malo tenías cara de malo. Un día nació en el país negro un niño con gafas, eso quería decir que era muy inteligente. Le llamaron Sisa.
El rey, por el contrario, no era muy inteligente, pero solía tener los ojos un poco cerrados. Eso quería decir que se fijaba mucho en las cosas y realmente sabía reconocer las cualidades de las otras personas en cuanto las veía.
Un día, paseando, vio a Sisa, el niño con gafas, y supo que era el más listo de todos los habitantes de su país. Y le preguntó si le quería ayudar a ganar la guerra contra los blancos, y el niño, que era tan inteligente que nunca respondía a las preguntas difíciles a la primera, le dijo que se lo pensaría y que cuando tuviera la respuesta se lo haría saber.
A Sisa nunca le habían gustado las guerras contra los blancos, eran la cosa más desordenada que había visto jamás, y le desagradaba todo aquello que no estaba ordenado y no seguía unas reglas. Y como los más brutos eran los mejores para ir a la guerra y las niñas fuertes podían convertirse en reinas, las familias preferían tener un niño bruto a un niño listo, y una niña rápida corriendo a una niña rápida sumando. Eso estaba mal, y ahora él lo podía cambiar.
Sisa pasó muchos días y algunas noches pensando en el asunto, iba a todas partes con la cabeza un poquito levantada hacia arriba y a la derecha, señal de que iba pensando, siempre con una libreta, apuntando cosas, dibujando figuras, tachando, volviendo a dibujar....
argemic@yahoo.com (www.jajejijuegos.com)