Hoy existe una creencia generalmente compartida fuera del ámbito de la llamada «filosofía analítica». La premisa apunta a que la enseñanza de la filosofía debe ser histórica y en que, en el mejor de los casos, no puede constituir más que una reflexión sobre los resultados de la historia de la disciplina. Algunos piensan que este enfoque de la docencia filosófica sería «neutro». Los autores del libro, profesores de la IAP-PUC, están en desacuerdo.
La supuesta «neutralidad» es, más bien, una neutralización del saber y de su colateral función de poner en tela de juicio los criterios con que toman sus decisiones quienes poseen el poder político o económico. La filosofía es una ciencia, una búsqueda del saber por el saber mismo, en primer lugar. Pero, después, tiene una función socrática: juzgar a los diversos actores sociales y recordarles que hay una autoridad por encima de la que ellos ostentan.
En este libro encontrará el lector un esfuerzo de los tres docentes por mostrar la capacidad de juzgar que tiene la filosofía, aun sobre algunas de las materias más difíciles y relevantes: la inmortalidad del alma humana, la posibilidad de los milagros y la existencia del Derecho natural.
La supuesta «neutralidad» es, más bien, una neutralización del saber y de su colateral función de poner en tela de juicio los criterios con que toman sus decisiones quienes poseen el poder político o económico. La filosofía es una ciencia, una búsqueda del saber por el saber mismo, en primer lugar. Pero, después, tiene una función socrática: juzgar a los diversos actores sociales y recordarles que hay una autoridad por encima de la que ellos ostentan.
En este libro encontrará el lector un esfuerzo de los tres docentes por mostrar la capacidad de juzgar que tiene la filosofía, aun sobre algunas de las materias más difíciles y relevantes: la inmortalidad del alma humana, la posibilidad de los milagros y la existencia del Derecho natural.