Mi nombre es Dominic Lestrath. Hace casi ochenta y siete años que me convirtieron en hijo de la oscuridad. Soy un vampiro. Desde que fui transformado, la eternidad ha sido una inapetente rutina a la que me he acostumbrado. Alimentarme de extraños por las noches y proteger a mi aquelarre de cualquier posible ataque. Nunca he amado. Mi espíritu es tan frío como mi corazón y mi cuerpo. Siendo humano, fui despreciado y maltratado hasta el punto de la agonía a manos de mi propia familia. Como inmortal, lo único que realmente amo, es el poder prescindir de sentimientos terrenales y dejarme llevar por mis instintos. No tengo ningún tipo de remordimiento por las víctimas que mis manos han tocado. Carezco de cualidades que me rediman. Soy la muerte en persona y eso me gusta. Sin embargo, el día menos pensado, las cosas cambiarían para estrellarme en el rostro la humanidad perdida. La sed de sangre se tornaría en mi contra y la pasión se convertiría en mi alimento. Sería el día en que, por fin, mi corazón en penumbra conociera la luz.
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