Nadie es perfectamente bueno ni absolutamente malo. Todos al nacer disfrutamos de equilibro entre luz y oscuridad. Debemos aceptar que esas semillas antagónicas germinarán en relación a nuestros actos. La vida se encargará de ponernos a prueba, de buscar la manera de enseñarnos con claridad qué perfil se destaca en nosotros. Sin embargo, es necesario recordar que desde lo alto del firmamento nos suelen regalar oportunidades para cambiar de bando ¡Así es la vida! Sí, esa jodida realidad del ser humano llamada vida. En ciertos momentos dulce; en ocasiones agria, triste, dolorosa. Especialmente cuando a uno le toca ver la muerte de su madre por un error de cálculo en la mal llamada justicia del narco. Atravesada por un balazo en la espalda que le perforó el pulmón derecho y terminó ahogándola en su propia sangre. Con ese triste y horrible recuerdo creció la pequeña sin rostro. Durante sus primeros años de vida, la espantosa memoria le robó el sueño en las noches sin luna. Hasta que el implacable destino cambió a su favor y Dios le regaló un ángel custodio.
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