Concentración del tiempo y el espacio, lugar de tensiones entre vigilados y vigilantes que pueden ver intercambiadas sus posiciones, aquí la cárcel, el “Palacio Negro” de Lecumberri, se convierte en un pequeño y tenso mundo trágico, circunscrito por una estructura narrativa vigorosa, por un lenguaje implacable que adquiere la textura misma de estas vidas llevadas al límite, acosadas por sus obsesiones, sus temores, sus ansias. Obra maestra de la novela corta, El apando reafirma a un escritor capaz de dar el máximo de intensidad en el mínimo de extensión y de imprimir en nuestra memoria un núcleo de personajes desgarradamente vivos.
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