Convencer a un auditorio es algo que no se improvisa. El nerviosismo, la falta de costumbre, la dificultad para domar la propia emoción y para organizar el pensamiento son otras trampas en el camino del «bien-hablar». A su vez, la capacidad de expresarse con claridad es determinante, tanto en la vida profesional como fuera de ella.
Pero ¿cómo dominar el nerviosismo? ¿Cómo dar vida a las palabras y encontrar la palabra exacta? ¿Cómo construir una argumentación? ¿Qué errores hay que evitar? Estas son algunas de las dificultades con las que nos enfrentamos. Solo hay un secreto: entrenarse. Gilbert Collard, brillante orador, ofrece en este libro una multitud de técnicas y recursos, verdadera estrategia del arte oratorio, al alcance de todos: trabajar la respiración y la voz, ejercicios de articulación de las palabras, expresar una emoción, buscar la mejor formulación de la idea, ordenar los argumentos, etc...
Es cierto, no se nace orador, sino que se llega a serlo. Se puede tener más o menos facilidad, pero todos podemos ir mejorando por el trabajo, con la condición de tener a la vista un método que seguir; un método que no es exclusivo y que solo pretende ser un cuaderno de bitácora de las dificultades que comporta tomar la palabra en público; una receta para poner remedio al nerviosismo, la falta de imaginación, la debilidad de la voz, a los defectos psicológicos, estilísticos, teóricos y a las clásicas faltas que comete todo aprendiz de orador. Estos remedios han sido elaborados en las boticas de mis propias experiencias, las de mis maestros, las de mis éxitos y, sobre todo, en las de mis fracasos.
Se puede aprender a hablar en público. ¿Quién quiere apostar?
Pero ¿cómo dominar el nerviosismo? ¿Cómo dar vida a las palabras y encontrar la palabra exacta? ¿Cómo construir una argumentación? ¿Qué errores hay que evitar? Estas son algunas de las dificultades con las que nos enfrentamos. Solo hay un secreto: entrenarse. Gilbert Collard, brillante orador, ofrece en este libro una multitud de técnicas y recursos, verdadera estrategia del arte oratorio, al alcance de todos: trabajar la respiración y la voz, ejercicios de articulación de las palabras, expresar una emoción, buscar la mejor formulación de la idea, ordenar los argumentos, etc...
Es cierto, no se nace orador, sino que se llega a serlo. Se puede tener más o menos facilidad, pero todos podemos ir mejorando por el trabajo, con la condición de tener a la vista un método que seguir; un método que no es exclusivo y que solo pretende ser un cuaderno de bitácora de las dificultades que comporta tomar la palabra en público; una receta para poner remedio al nerviosismo, la falta de imaginación, la debilidad de la voz, a los defectos psicológicos, estilísticos, teóricos y a las clásicas faltas que comete todo aprendiz de orador. Estos remedios han sido elaborados en las boticas de mis propias experiencias, las de mis maestros, las de mis éxitos y, sobre todo, en las de mis fracasos.
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