Hace cuatro décadas, una joven dominicana dejó su tierra, y adoptó a Puerto Rico como su segunda patria. Por amor y compromiso, el “cocinao” de sus juegos infantiles fue alcanzando formalidad, bajo la batuta culinaria de su madre, una excelente cocinera. La similitud de la cultura gastronómica de su nuevo hogar con el de su origen, así como la orientación de su suegra, otra excelente cocinera criolla, facilitó su desarrollo en la cocina. Si bien el “concon” se trocó en “pegao” y el mangú en mofongo, la sazón fue siempre la esencialmente caribeña de sus raíces.
Las exigencias de la vida moderna de una madre en el mundo laboral llevaron a la autora de este libro a desarrollar un amplio repertorio culinario de fácil y rápida confección, que nunca sacrifica la calidad y el sabor. Hasta en los platos más sencillos recogidos en estas páginas, hay un toque de creatividad e ingenio, algo que los hace distintos, interesantes, pero siempre sabrosos.
Sin pretensiones de alta cocina o de llegar a la categoría de gourmet, este libro demuestra que el “cocinao” es un arte, para ser apreciado por todos los que disfrutan de la buena mesa.
Las exigencias de la vida moderna de una madre en el mundo laboral llevaron a la autora de este libro a desarrollar un amplio repertorio culinario de fácil y rápida confección, que nunca sacrifica la calidad y el sabor. Hasta en los platos más sencillos recogidos en estas páginas, hay un toque de creatividad e ingenio, algo que los hace distintos, interesantes, pero siempre sabrosos.
Sin pretensiones de alta cocina o de llegar a la categoría de gourmet, este libro demuestra que el “cocinao” es un arte, para ser apreciado por todos los que disfrutan de la buena mesa.