Misteriosos, oscuros, intrigantes y posiblemente despiadados con sus enemigos, los guerreros Ninjas fueron siempre motivo de horror para quienes se tenían que enfrentar a ellos. Dominadores de todas las artes de lucha y dotados de extraordinarias cualidades físicas, estos soldados de la noche poseían, además, una gran conocimiento sobre los temores de sus adversarios, lo que les llevó a ser considerados como invulnerables e invisibles. Por ello, algunas de sus andanzas entran más en la leyenda que en la realidad y, al parecer, todavía existen muchos cuentos y fantasías dentro del mundo Ninja relativos a lo que podían hacer estos hombres fantásticos. Los trajes existentes en el museo Igaueno indican que eran de pequeña estatura, pero eso sí, capaces de grandes actos de fuerza y resistencia. Dejémonos entonces de leyendas fantasiosas que la mayoría no nos creemos, las cuales habitualmente son empleadas para seducir a los alumnos crédulos que piensan convertirse en pocos años en los guerreros de las sombras, todo gracias al aprendizaje de técnicas "secretas".
Vamos a olvidarnos, pues, de esos "secretos", así como de los poderes sobrenaturales o las desapariciones fulgurantes y juzguemos al Ninja como una persona normal, el cual tenía detrás de sí una buena preparación física y una agilidad mental muy desarrollada, cualidades que le deberían ayudar a resolver con seguridad sus misiones. Para muchos, fueron los precursores de los Boinas Verdes americanos, personas entrenadas solamente para ser efectivos a cualquier precio, dedicados a resolver misiones aparentemente imposibles de efectuar…salvo para ellos. Ello ha llevado a no pocos artistas marciales a considerar que las artes marciales tradicionales (Kárate, Judo) son poco menos que juegos de lucha al lado de las técnicas letales del Ninjutsu. Sin embargo, el arte del Ninja es ahora una opción más entre el gran abanico disponible de técnicas guerreas, aunque debemos reconocer que supone la mejor de la opciones cuando se busca algo que vaya más allá del deporte, las reglas y la codificación. Indudablemente se ha eliminado mucho de la tradición guerrera, especialmente en el uso de las armas blancas, pero el Ninjutsu conserva la esencia de nuestros ancestros, como son el engaño, la evasión, el sigilo en el ataque y el deseo de ganar a toda costa. Desde ahora, los estudiantes de artes marciales que llegan al Ninjutsu lo hacen ya por motivaciones muy concretas (ser diferente), más factibles (técnicas adecuadas a nuestros días) y… menos delictivas, aunque no por ello menos eficaces.
Si usted, amigo lector, se siente interesado en aprender las técnicas tradicionales de los Ninjas sepa que deberá trabajar duro durante muchos años, pues no hay otro modo de lograr perfeccionar nuestras habilidades. Esto es común a cualquier otro arte marcial, cierto, pero el Ninjutsu llega un poco más pues no es un deporte, sino una disciplina que engloba el cuerpo, la mente, el espíritu y potencia los cinco sentidos básicos, más ese sexto que dicen tenemos oculto en espera de ser activado.
Un último consejo: el Ninja nunca hace alarde de sus conocimientos, ni siquiera entre sus amigos, manteniendo siempre una imagen social de persona inofensiva, amigable y en ningún modo conflictiva. Esa es su mejor arma: no mostrar nunca sus armas.
Vamos a olvidarnos, pues, de esos "secretos", así como de los poderes sobrenaturales o las desapariciones fulgurantes y juzguemos al Ninja como una persona normal, el cual tenía detrás de sí una buena preparación física y una agilidad mental muy desarrollada, cualidades que le deberían ayudar a resolver con seguridad sus misiones. Para muchos, fueron los precursores de los Boinas Verdes americanos, personas entrenadas solamente para ser efectivos a cualquier precio, dedicados a resolver misiones aparentemente imposibles de efectuar…salvo para ellos. Ello ha llevado a no pocos artistas marciales a considerar que las artes marciales tradicionales (Kárate, Judo) son poco menos que juegos de lucha al lado de las técnicas letales del Ninjutsu. Sin embargo, el arte del Ninja es ahora una opción más entre el gran abanico disponible de técnicas guerreas, aunque debemos reconocer que supone la mejor de la opciones cuando se busca algo que vaya más allá del deporte, las reglas y la codificación. Indudablemente se ha eliminado mucho de la tradición guerrera, especialmente en el uso de las armas blancas, pero el Ninjutsu conserva la esencia de nuestros ancestros, como son el engaño, la evasión, el sigilo en el ataque y el deseo de ganar a toda costa. Desde ahora, los estudiantes de artes marciales que llegan al Ninjutsu lo hacen ya por motivaciones muy concretas (ser diferente), más factibles (técnicas adecuadas a nuestros días) y… menos delictivas, aunque no por ello menos eficaces.
Si usted, amigo lector, se siente interesado en aprender las técnicas tradicionales de los Ninjas sepa que deberá trabajar duro durante muchos años, pues no hay otro modo de lograr perfeccionar nuestras habilidades. Esto es común a cualquier otro arte marcial, cierto, pero el Ninjutsu llega un poco más pues no es un deporte, sino una disciplina que engloba el cuerpo, la mente, el espíritu y potencia los cinco sentidos básicos, más ese sexto que dicen tenemos oculto en espera de ser activado.
Un último consejo: el Ninja nunca hace alarde de sus conocimientos, ni siquiera entre sus amigos, manteniendo siempre una imagen social de persona inofensiva, amigable y en ningún modo conflictiva. Esa es su mejor arma: no mostrar nunca sus armas.