Pablo Escobar y Klaus Barbie fueron piezas claves para montar la «General Motors de la cocaína». Sus pactos propiciaron golpes de Estado, la organización de paramilitares anticomunistas, negocios con el Vaticano, el origen de la conspiración antisandinista con Oliver North y los corredores incontrolables de droga en todo el mundo. Beni, Santa Cruz, Ciudad de Panamá, Medellín o Miami son apenas algunos escenarios de esta conexión casi secreta y cada día más olvidada. La alianza que unió al viejo nazi con «el Patrón» fue una las más siniestras de las últimas décadas del siglo XX.
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