Marco es un chico como cualquier otro que podríamos encontrar hoy en día: inteligente, sensible, con muchas cualidades y también muchos miedos. Con doce años, se encuentra en esa edad en la que la vida cambia para siempre; en la que deja atrás al niño sin responsabilidades y comienza a dar pasos en el camino de los adultos. Su historia y sus preocupaciones podrían ser las de cualquier otro adolescente, y sus errores, muy parecidos.
La única diferencia es que Marco vive en el siglo i d. C. en Emerita Augusta, la actual Mérida, una ciudad de la Hispania romana donde conviven ciudadanos libres con esclavos, donde las mujeres se encuentran tuteladas por sus familiares, y donde la sociedad, aunque sofisticada, disfruta de entretenimientos violentos.
Marco, junto con su amigo Aselo, se equivocará, aprenderá a pedir ayuda y, en definitiva, hará lo que cualquier otro chico de su edad: crecer.
La única diferencia es que Marco vive en el siglo i d. C. en Emerita Augusta, la actual Mérida, una ciudad de la Hispania romana donde conviven ciudadanos libres con esclavos, donde las mujeres se encuentran tuteladas por sus familiares, y donde la sociedad, aunque sofisticada, disfruta de entretenimientos violentos.
Marco, junto con su amigo Aselo, se equivocará, aprenderá a pedir ayuda y, en definitiva, hará lo que cualquier otro chico de su edad: crecer.