EL CIELO ES LÍMITE, es una novela religioso-espiritual de reflexión y análisis, que busca un despertar de la conciencia para beneficio de la humanidad.
Los seres humanos llevamos consigo nuestra propia luz interior desde que nacemos. La portamos, independientemente de lo que hagamos o dejemos de hacer, del camino que escojamos o del que sin querer, tengamos que recorrer. Pero el reto es, desarrollar al máximo nuestras capacidades y potencialidades, para sobrevivir con dignidad, mediante el crecimiento a través del desarrollo armónico de nuestra espiritualidad y la satisfacción de nuestras necesidades trascendentales y las de nuestra comunidad.
Lo espiritual es parte de nuestra biología, pero a veces se nos olvida con nuestra insensata complicidad. En la medida que estemos en mayor contacto con la espiritualidad, tendremos más posibilidades de ser felices y saludables. Lo que enferma el cuerpo y el ama, es sin duda la desconexión con nuestra sabiduría innata, entregada a cada uno de nosotros, desde siempre, por nuestro Señor Dios.
Pero la búsqueda del crecimiento debe hacerse de una manera responsable, para salir del camino equivocado y acoger el bien y la doctrina divina. La necesidad de desarrollo espiritual va mucho más allá de las religiones, aunque las abarca a todas, las que indudablemente consideradas, tienen muchos aspectos dignos de destacar y adoptar, aunque pareciera que aún no se han despertado a una verdadera dinámica espiritual.
Necesitamos integrarnos y sentirnos únicos para trascender, vincularnos con algo más grande que nosotros mismos. Algo más que nuestros aspectos espirituales, físicos, emocionales, mentales, energéticos, sexuales, sociales, familiares y sentimentales. Somos una totalidad conectada al Todo. Desde adentro hacia afuera, y desde afuera hacia adentro, y hacia los lados, completando el ciclo. La necesidad de espiritualidad es real, justa y necesaria en estos últimos tiempos de tribulación y crisis.
El mecanismo de búsqueda de realización del ser humano, desde hace algunas décadas, se activó con la insatisfacción por la dura situación planetaria de pobreza, desigualdad, egoísmo, avaricia e inseguridad.
El miedo parece estar ganando la partida por inminentes guerras, destrucción y desolación; por el dinero, la corrupta política y el auto-olvido de lo sagrado, que dejaron profundas marcas de confusión y dolor en la humanidad, y solo es posible retomar nuestra verdadera naturaleza, despertando conscientemente nuestra espiritualidad, lo que nos permitirá transformar nuestra desastrosa realidad y la de nuestro prójimo.
Con una adecuada espiritualidad se promoverá la conciencia colectiva, la autorresponsabilización y el poder real; respetando sinceramente nuestras raíces, valorando y reconociendo a los demás. La búsqueda de un verdadero sentido de espiritualidad, nos preparará mucho mejor para la carencia, el dolor y el sufrimiento.
Finalmente, es relevante considerar, que la sustancia de lo espiritual, es el amor que nos enseñó Jesús, único valor que nos permitirá una nueva dimensión de la conciencia humana, porque el Cielo es el límite.
Los seres humanos llevamos consigo nuestra propia luz interior desde que nacemos. La portamos, independientemente de lo que hagamos o dejemos de hacer, del camino que escojamos o del que sin querer, tengamos que recorrer. Pero el reto es, desarrollar al máximo nuestras capacidades y potencialidades, para sobrevivir con dignidad, mediante el crecimiento a través del desarrollo armónico de nuestra espiritualidad y la satisfacción de nuestras necesidades trascendentales y las de nuestra comunidad.
Lo espiritual es parte de nuestra biología, pero a veces se nos olvida con nuestra insensata complicidad. En la medida que estemos en mayor contacto con la espiritualidad, tendremos más posibilidades de ser felices y saludables. Lo que enferma el cuerpo y el ama, es sin duda la desconexión con nuestra sabiduría innata, entregada a cada uno de nosotros, desde siempre, por nuestro Señor Dios.
Pero la búsqueda del crecimiento debe hacerse de una manera responsable, para salir del camino equivocado y acoger el bien y la doctrina divina. La necesidad de desarrollo espiritual va mucho más allá de las religiones, aunque las abarca a todas, las que indudablemente consideradas, tienen muchos aspectos dignos de destacar y adoptar, aunque pareciera que aún no se han despertado a una verdadera dinámica espiritual.
Necesitamos integrarnos y sentirnos únicos para trascender, vincularnos con algo más grande que nosotros mismos. Algo más que nuestros aspectos espirituales, físicos, emocionales, mentales, energéticos, sexuales, sociales, familiares y sentimentales. Somos una totalidad conectada al Todo. Desde adentro hacia afuera, y desde afuera hacia adentro, y hacia los lados, completando el ciclo. La necesidad de espiritualidad es real, justa y necesaria en estos últimos tiempos de tribulación y crisis.
El mecanismo de búsqueda de realización del ser humano, desde hace algunas décadas, se activó con la insatisfacción por la dura situación planetaria de pobreza, desigualdad, egoísmo, avaricia e inseguridad.
El miedo parece estar ganando la partida por inminentes guerras, destrucción y desolación; por el dinero, la corrupta política y el auto-olvido de lo sagrado, que dejaron profundas marcas de confusión y dolor en la humanidad, y solo es posible retomar nuestra verdadera naturaleza, despertando conscientemente nuestra espiritualidad, lo que nos permitirá transformar nuestra desastrosa realidad y la de nuestro prójimo.
Con una adecuada espiritualidad se promoverá la conciencia colectiva, la autorresponsabilización y el poder real; respetando sinceramente nuestras raíces, valorando y reconociendo a los demás. La búsqueda de un verdadero sentido de espiritualidad, nos preparará mucho mejor para la carencia, el dolor y el sufrimiento.
Finalmente, es relevante considerar, que la sustancia de lo espiritual, es el amor que nos enseñó Jesús, único valor que nos permitirá una nueva dimensión de la conciencia humana, porque el Cielo es el límite.