Alguien nace en un cementerio a los treinta años de edad. En el transcurso de ese nacimiento comprende tres irrebatibles certezas: ha perdido su nombre, ha sido devuelto a la vida para despedirse de toda la Maravilla que habitó su existencia y el 1 de octubre desaparecerá del mundo, con lo cual dispone de los tres meses de verano para despedirse, concluir la Aventura y desaparecer, eso sí, sonriendo.
Este es el punto de partida de El Cirujano del Cielo, un viaje sin posibilidad de retorno al final de la narratividad, una Odisea postmoderna tras una Itaca ambivalente e inalcanzable, y la esperada conclusión a la supuesta trilogía conceptual de Alberto Trinidad, que se inició con Minorías de uno y continuó con El Arquitecto de Atmósferas. Una poliédrica experiencia tras la cual nunca nada volverá a ser lo mismo.
Este es el punto de partida de El Cirujano del Cielo, un viaje sin posibilidad de retorno al final de la narratividad, una Odisea postmoderna tras una Itaca ambivalente e inalcanzable, y la esperada conclusión a la supuesta trilogía conceptual de Alberto Trinidad, que se inició con Minorías de uno y continuó con El Arquitecto de Atmósferas. Una poliédrica experiencia tras la cual nunca nada volverá a ser lo mismo.