Mariano Berdusán Cabellos fue el ejemplo de un hombre rebosante de humanidad y humanismo. Su vasta cultura y su dominio de diversas lenguas, vivas y muertas, le permitieron dedicar sus últimos años a la traducción de autores clásicos, publicando dos soberbias antologías líricas, una de Propercio (Todo amor es grande, Libros del Innombrable. Zaragoza, 2004), y otra del alemán Friedrich Hölderlin (El sueño imposible, Libros del innombrable. Zaragoza, 2010).
Tenía también terminada la primera parte de un interesante y didáctico estudio sobre la lírica latina romana que esperamos publicarla en breve. Sus motivaciones sociales, culturales y religiosas -humanas en suma- le llevaron ya desde muy joven a desarrollar profundas cuestiones de cuanto le rodeaba. Reflexiones que, a veces, las convertía en narraciones aparentemente sencillas pero siempre cargadas de profundidad. Algunas de ellas las recopiló en el año 2010 bajo el título común “El Color de mi cristal” que, tal y como dice en la nota introductoria, lo tomó de un verso de Ramón de Campoamor. Esas narraciones son las que hoy tenemos el honor de presentar.
Tenía también terminada la primera parte de un interesante y didáctico estudio sobre la lírica latina romana que esperamos publicarla en breve. Sus motivaciones sociales, culturales y religiosas -humanas en suma- le llevaron ya desde muy joven a desarrollar profundas cuestiones de cuanto le rodeaba. Reflexiones que, a veces, las convertía en narraciones aparentemente sencillas pero siempre cargadas de profundidad. Algunas de ellas las recopiló en el año 2010 bajo el título común “El Color de mi cristal” que, tal y como dice en la nota introductoria, lo tomó de un verso de Ramón de Campoamor. Esas narraciones son las que hoy tenemos el honor de presentar.